El peligro del proteccionismo

Trump proteccionismo

El proteccionismo es un peligro para el crecimiento económico, el empleo y la prosperidad de todos los ciudadanos, pues impide el progreso y, con ello, la generación de actividad, puestos de trabajo y riqueza.

Ahora se resalta que con Trump va a volver con fuerza, y es cierto que en su programa aparece un afán proteccionista preocupante, pero ni es nuevo ni es más agresivo que el que ha desarrollado Estados Unidos en los últimos quince años, incluido el primer mandato de Trump. Así, en los últimos tiempos vivimos unas constantes tensiones proteccionistas en todo el mundo. Recordemos la guerra comercial de Estados Unidos con China, con Francia y con toda la Unión Europea, que fue un constante peligro que atenaza la economía.

Ese proteccionismo aplicado está causando un daño importante sobre el conjunto de la economía internacional, que puede ver rebajado su crecimiento entre 2 y 4 décimas al año, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo, además en un entorno de desaceleración económica.
Adicionalmente, el proteccionismo suele contestarse con más proteccionismo, en forma de contraataque, por parte de los países afectados por los aranceles del primer país, pudiendo entrar en una guerra comercial que podría llevar hasta el infinito, empobreciendo las economías de los dos países. David Ricardo dejó claro que la ventaja comparativa y el comercio internacional sin restricciones contribuía a mejorar la prosperidad de las economías que se implicasen en ello, y, por tanto, el proteccionismo impedía esa mejoría y, generalmente, procuraba un empeoramiento.

Por tanto, el proteccionismo no es el camino, ni por parte de Trump ni por parte de nadie, sino que suele ser una medida que demuestra la incapacidad de una economía para mejorar competitivamente. Estados Unidos no debería aplicar aranceles, porque sólo contribuirá a una aparente mejoría de su economía en el cortísimo plazo y un empeoramiento de la misma en el medio y largo plazo. Es más, debería eliminar los que hay ahora, que, insisto, no son menores que los que quiere implantar Trump.

China es un caso aparte, porque dice jugar con las reglas de la economía de mercado, pero no deja de ser una economía planificada e intervenida, cuyo propósito es derrotar a las demás. Y la UE debe centrarse más en eliminar la normativa delirante que impide que crezca en lugar de llorar por la victoria de Trump, que si Europa es inteligente, podría venirle bien para quitarse de encima los dogmas de fundamentalismo medioambiental en los que lleva viviendo década y media.

Trump debería abrazar la libertad del comercio internacional y abandonar las ideas proteccionistas, sin duda, y se le puede incentivar a ello si se negocia inteligentemente en el campo internacional. Al fin y al cabo, Trump es un empresario en negociación constante, y si las reglas son claras, probablemente pueda llegarse a un acuerdo con él para que el proteccionismo no se imponga.

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