Opinión

La oposición en el limbo

Este jueves en el Palacio de la Moncloa se ha filmado un nuevo remake del clásico Los siete Magníficos, con la colaboración especial del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, en el papel del sanguinario Calvera, y del presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, como uno de sus cuatreros.

En una ceremonia de autobombo, una voz en off iba anunciado, uno a uno, a los firmantes de la subida del salario mínimo interprofesional hasta llegar a un resplandeciente Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno, flanqueado por todas las cuotas patrias -de partidos, de género, de disciplina fiscal, encorbatados y descamisados-, con paso firme se ha dirigido al centro de la mesa para estampar la rúbrica presidencial. A Iván Redondo sólo le falta ya enlatar aplausos para utilizar a mayor gloria de su jefe en ceremoniales como el de hoy, como hiciera Bill Morrow con las carcajadas en las series de televisión norteamericanas. Algo así como el CIS de Tezanos con efectos sonoros. Las consecuencias que tenga esta subida en el mercado laboral es lo de menos, ya está vendido. Es la primera foto amable para el inquilino de la Moncloa después de salir a la luz, como diría Ana Rosa, el Ábalosgate y su hoja de ruta para Cataluña: negociar un gobierno en Madrid, otro en Cataluña, reconocer a Cataluña como nación y autorizar un referéndum encubierto.

La pregunta ahora es: ¿Qué piensa hacer la oposición? Pedro Sánchez es presidente por la torpeza de la oposición. A pesar de haber logrado más de 10 millones de votos, la fragmentación redujo sus escaños a 152 y sus opciones de gobierno. El Partido Popular y Ciudadanos ya han empezado tímidamente a reconocer que planean la consumación del proyecto Suma que podría ver la luz en las elecciones que se celebrarán en Cataluña y en el País Vasco. El periódico ABC publicó a finales del pasado año un estudio en el que destacaba que las tres formaciones políticas habrían obtenido 177 escaños de haber concurrido juntas a los comicios generales. Todo sería hoy tan distinto…

Desde Vox, Ortega Smith ha descartado que su formación se sume insinuando que es un proyecto “progre”. ¿Cabe mayor idiotez? Si los líderes de Vox siguen por el mismo camino, la izquierda se habrá garantizado el gobierno de la nación durante las próximas décadas. ¿Cabe mayor servicio al proyecto “progre” que dicen querer combatir que su completa falta de inteligencia estratégica y su desmesurada ambición política? Venían para salvar a España, pero lo cierto es que su arrogancia y sed de poder han contribuido a convertir a nuestro país en el mayor experimento “progre” de la Vieja Europa. Es de traca.