Opinión

¡Ocúpese de su turbio negocio!

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

La semana que agoniza ha tenido uno de los episodios fútiles más desternillantes que el columnista recuerda. Reza así: el portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados, Pablo Echenique, que se embolsa no menos de 140.000 euros mensuales provenientes del dinero público, lanzó un tuit (lo mejor que sabe hacer) criticando que en los sillones de la Real Academia de la Lengua sólo se sientan un número reducido de mujeres. Un académico muy conocido (y reconocido), Arturo Pérez-Reverte, saltó como un tigre a la yugular del que fuera becario del CSIC, para propinarle uno de los correctivos más severos que se recuerdan, y que dejó patidifuso al agresivo podemita. Entró a saco y le dijo:»Ocúpese usted de su turbio negocio», entre otras lindezas. El hispano argentino, que suele ejercer como tal, sobre todo con las personas objeto de su ira que no le dan réplica, balbuceó inerme. Y eso, que la acusación directa, brutal, sin miramientos, tiene su aquel.

Desde luego, para muchos de los conmilitones de Echenique -también gentes de otras formaciones- la llegada a la política ha sido un negocio; no me atrevería a calificarlo de «turbio», pero sí de «gran» negocio. A partir de ahí se puede comprender el navajeo interno en Podemos (también en otros partidos) en busca de mamandurria abundante. Lo que el tuit reverteriano debe enseñar a los que disparan desde el parapeto es que el efecto boomerang es algo que responde a las leyes de la Física y que los garrotazos pueden tener y de hecho tienen su corolario. Los españoles pagan un precio monetario demasiado alto a través de impuestos para mantener una casta política y su industria que no se compadece ni con lo que ofrecen a cambio. Gentes que han llegado a la representación política sin preparación y las consecuencias las pagan por partida doble los mismos contribuyentes que les engordan unas nóminas infladas y que no cobrarían, en muchos casos, en la vida profesional privada. ¡Ocúpese usted de su turbio negocio!