Opinión

No permitan que nadie les arrebate la libertad

Hace ahora un año, Chantal Mouffe miró de frente a Pablo Iglesias en una de sus conversaciones de plató para convencerle de algo que siempre había defendido el propio Íñigo Errejón: la prioridad de la estrategia sobre el fondo ideológico que debían suavizar para lograr el poder y, con él, la auténtica transformación social a través de la división interna. Eso sí, renunciando al acento de las políticas latinoamericanas. Ahora Iglesias ha cambiado las parrilladas con los Kirchner y los matecitos con Cabello por la patria española y los SMS cariñosos con Zapatero. A pocos días del 26J, todos y cada uno de los resultados demoscópicos incluyendo el último sondeo de GAD3 avalan la propuesta táctica de la viuda de Laclau otorgando alrededor de un 25% de intención de voto para Unidos Podemos y una previsión de escaños que oscila entre los 86 y los 95. Seis millones de papeletas frente a una caída de hasta 10 escaños del PSOE con respecto a los 90 obtenidos el 20D.

El próximo 26J triunfará el bipartidismo con Iglesias porque Unidos Podemos no se incorporará como uno más a la baraja partitocrática nacional, sino que culminará el proceso de asimilación del PSOE tras un perfecto proceso de osmosis ideológica en la que el PSOE ha renunciado a ser el PSOE para parecerse a Podemos y en la que éste ha impostado el discurso que los socialistas hace mucho tiempo que abandonaron. Ahora Iglesias habla de nación, y habla de patria, cuando lo cierto es que los socialistas hace tiempo que habían marginado por miedo el vocablo.

Triunfará el bipartidismo con Iglesias porque éste reivindica con educación versallesca aquello que le pertenece tras cumplir con su parte del trato. El que jamás fue reconocido por Pedro Sánchez, aunque lo firmara en mayo del 2015 cuando los Vara, Puig, García Page, Carmona y demás carne de taxidermia socialdemócrata llamaron a la puerta del líder morado pidiéndole las instituciones y sus próximas pensiones de ex presidentes a cambio de trabajar para él como soldados rasos. Fue entonces cuando Sánchez vendió su alma al diablo pensando que quizás Iglesias era sólo un pequeño-burgués almibarado cuya mayor gloria era el de atusar los cojines de sus tardoparlamentarios. Hoy, lejos de ese escenario, Iglesias es su mecenas, y el PSOE camina en eses. Como si fuera un marine borracho de la Pérfida Albión. E Iglesias ha construido su futuro sobre el pasado escrito de Pedro Sánchez.

Triunfará el bipartidismo con Iglesias porque Ciudadanos se ha empeñado en convertirse en ese centro que el propio Girauta, portavoz de la formación naranja, denunciaba en su libro ‘La eclosión liberal’ aclarando que es “ese concepto que demuestra su inutilidad operativa cada vez que se intenta trabajar con él, y que, finalmente, parece concernir a meras cuestiones de imagen”. El problema es que los “nosotros y nosotras” del liberticidio están a las puertas por primera vez en la historia de la democracia. Los que nos llaman estúpidos a los que les recordamos que mientras nos prometían el cielo levantaban un infierno en Venezuela. No les diré a quién votar, pero permítanme recordarles que la libertad, como bien escribió Lord Acton, no es un medio para llegar a un fin político superior, sino el más alto fin político. No permitamos que nos la arrebaten.