Opinión

De Mónica a Mónica; de la vileza a la ignominia

Calificar de «valiente» a quien, presuntamente, encubrió a su marido, condenado por abuso sexual a una menor tutelada es una vileza superlativa. La médico y madre líder de Más Madrid, Mónica García -cabría preguntarse si dada su condición de madre no le sería muy sencillo ponerse en el pellejo de esa niña abusada, pero ya se ve que no-, ha dicho que «la valentía define la trayectoria de Mónica Oltra. Hoy vuelve a demostrarlo defendiendo unas políticas públicas y una acción de gobierno referentes para todos los progresistas. Un abrazo grande».

¿Pero dónde está la valentía de Oltra, Mónica García? ¿En tapar un delito execrable para favorecer al que fuera su marido o para impedir que el caso le salpicara políticamente? ¿Es eso valentía?  Si la izquierda que se arroga la condición de progresista responde de este modo ante la imputación de una política sobre la que pesan indicios sólidos de encubrimiento en un delito infame, sólo queda decir que la izquierda que defienden las dos Mónicas (Oltra y García) ha alcanzado la cumbre de la ignominia. Y es que la dimisión de la hasta ayer vicepresidenta de la Generalitat valenciana ha desatado una ola de solidaridad entre las huestes socialcomunistas que merece una reflexión: en la izquierda, la ideología se impone a la rectitud moral. Si como madre Mónica García es incapaz de ponerse en el pellejo de la menor abusada y si como médico tampoco comprende el daño psicológico sufrido por la víctima, habría que preguntarse de qué pasta moral está hecha la líder de Más Madrid, porque ha quedado retratada.

Ni Mónica Oltra es «valiente» -más bien todo lo contrario- ni Mónica García está a la altura de lo que demanda la ética, porque lo que ha faltado en esta historia es que la una y la otra, tan feministas ellas, se hubieran puesto en la piel de la menor abusada.