Opinión

Los etarras valen más para Podemos que los presos demócratas venezolanos

La ambigüedad de Podemos a la hora de condenar la situación de los presos políticos en Venezuela es inversamente proporcional a la claridad con la que defienden la libertad de Arnaldo Otegi. El dirigente etarra sale este martes de la cárcel de Logroño y ya ha encontrado la primera defensa en la Cámara Baja. Nada más, y nada menos, que el segundo de abordo en la formación morada y su portavoz en el Congreso de los Diputados, Íñigo Errejón, a quien le ha faltado tiempo para decir que «nadie debería estar en prisión por sus ideas políticas». Algo que, siendo una verdad como la copa de un pino, resulta paradójico en la boca de alguien que representa a un partido político que está protegido por un país que hace de las coacciones a la libertad de expresión y de pensamiento su habitual modus operandi.

Cuando la esposa del opositor venezolano Leopoldo López, Lilian Tintori, estuvo en España para buscar apoyos con los que conseguir la excarcelación de su marido, no encontró un solo gesto por parte de Podemos, a los que acusó de recibir «órdenes políticas, en especial Monedero, para hacer estrategia en favor de los chavistas». Parece que para los podemitas la libertad es un concepto relativo en función de quien la administre. Errejón ha cambiado el silencio cómplice sobre Venezuela por un sólido apoyo tanto al director de Batasuna como a los presos de ETA, para los que ha pedido el acercamiento al País Vasco.

Quizás por el desconocimiento histórico de este politólogo, como ya demostrara al confundir a Ronald Reagan con Richard Nixon, o porque aún no había nacido, lo cierto es que el nuevo político Errejón debe ignorar que con sus palabras defiende a un hombre que desde los años 70 pertenecía al comando de ETA político-militar (ETA pm) y que en 1979 secuestró al director de Michelín en Vitoria, Luis Abaitua, y al político Javier Rupérez, como así lo reconoció Françoise Marhuenda, su propia compañera de atentados contra la vida y la libertad de las personas, esa misma libertad de la que ahora se proclama adalid el ex becario black de la Universidad de Málaga.

Errejón, tan cargado de osadía y, a la vez, tan ligero de razones, tampoco se habrá enterado aún de que la libertad de Otegi tiene en alerta especial a la Guardia Civil y a la Policía Nacional ya que la Audiencia teme que su salida del presidio suponga un aquelarre proetarra donde se enaltezca el terrorismo, delito recogido en el artículo 578 del Código Penal y que, más allá incluso de romper una norma fundamental para el correcto desarrollo de la democracia, supone un dolor inmenso para las miles de familias que conviven con la ausencia de aquellos seres queridos que perdieron la vida a causa del terrorismo y la violencia de esos mismos a los que dirigía Arnaldo Otegi. Un personaje siniestro al que ha defendido uno de los representantes más destacados de la neocasta, mano derecha de Pablo Iglesias y con aspiraciones a gobernar España.