Opinión

Lo de Báñez sí es política social

Fátima Báñez vuelve a demostrar por qué es ya la mejor ministra de Empleo y Seguridad Social que ha tenido España. En su haber siempre estará el logro de haber resucitado un mercado laboral que encontró muerto tras las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora, y después de que su reforma laboral haya propiciado la creación de más de dos millones de empleos desde 2013, empieza a edificar desde el presente un futuro viable para los trabajadores. Una visión de Estado que define a los buenos políticos. Su propuesta de subir de forma progresiva el Salario Mínimo Interprofesional (SIM) hasta llegar a los 850 euros en 2020 es una buena noticia para todos los españoles. 

Tras los esfuerzos y sacrificios que los ciudadanos tuvieron que hacer durante la crisis, la consolidación definitiva de nuestra economía no llegará totalmente hasta que los trabajadores recuperen su poder adquisitivo. Fátima Báñez ya lo dijo hace algo más de un año: «Es posible subir los sueldos en España». Una manera de fomentar el consumo además de aumentar las cotizaciones a la Seguridad Social. De hacer, en definitiva, una sociedad más equitativa. No obstante, y como ha señalado la propia ministra, para que esta subida escalonada del Salario Mínimo Interprofesional sea efectiva tiene que ir acompañada de la ineludible y perentoria creación de empleo. España debe seguir generando puestos de trabajo para mantenerse a la cabeza de las economías que más crecen en la Unión Europea. 

El Salario Mínimo subiría un 4% en 2018, hasta situarse en los 735,9 euros en 14 pagas frente a los 707,6 euros actuales. Hasta llegar a las cifras estipuladas para 2020 se tienen que dar tres condiciones para que nuestra economía sea sostenible: que la afiliación a la Seguridad Social llegue a los 450.000 cotizantes interanuales, que el repunte del Producto Interior Bruto no baje del 2,5% cada año y que estos incrementos progresivos no afecten en lo referido a la negociación colectiva. En definitiva, seguir construyendo sin poner en riesgo lo que está edificado y da buenos frutos. Sólo cabe esperar que los sindicatos estén a la altura de las circunstancias y no se comporten como meros oportunistas que ataquen al Gobierno sin considerar la calidad de sus propuestas. Especialmente cuando, como en este caso, el plan es una lección de política social.