Literalmente monstruoso lo que ocurre en el IMAS
Es literalmente monstruoso lo que está pasando con el IMAS conforme van aflorando aspectos concretos que demuestran, técnicamente, la complicidad del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales en la prostitución de las niñas menores tuteladas.
El caso de María es palmario. Primero, por esconder a la Guardia Civil –por extensión al Tribunal de Menores- su localización, e inmediatamente después obligarla a abortar o de lo contrario proceder a su traslado a un centro de la península. Por si fuera poco, parece que la Fiscalía de Menores puso el expediente a buen resguardo o sea al final del montón.
Después hemos sabido que al padre se le denegó visitar, incluso la custodia a su hija, por el aquí te pillo aquí te mato de la infame Ley de Género o así.
Mientras tanto, ni el gerente socialista del IMAS ni la consellera indepe que es directamente responsable del IMAS han presentado su dimisión. Esta es la honestidad de la izquierda que nos gobierna. Un sin propósito.
Este es un escándalo descomunal porque su magnitud alcanza a la presidenta del Govern, la socialista Francina Armengol, incapaz de actuar en consecuencia. Lo que la convierte en cómplice de esta inmoralidad. En caso de confirmar las amenazas de abortar o de lo contrario el traslado a la península, lo que nos queda muy claro es que el objetivo era tapar una ineptitud, o dicho así de claro, que el asunto se les había escapado de las manos y la prioridad era ocultarlo.
La comisión delegada de la Unión Europea no debería esperar a 2022 para personarse en el IMAS. Debería actuar de inmediato y de oficio. Podrán llamar fascistas a los de VOX por denunciarlo, aunque la verdad es que se ha ganado su condición de fascista el Govern por ocultarlo.
Estremece pensar lo que realmente habrá ocurrido con el resto de casos de adolescentes menores de edad tuteladas, que han acabado prostituidas. Lo grave además, socialmente hablando, es que los medios de comunicación subvencionados –todos los papeles sin excepción- han preferido callar y se han escondido mantenidos al margen de la polémica. Es la indigna prensa que tenemos. Un cuarto poder, venido a menos, gracias a la publicidad de las instituciones que ya sabemos para lo que sirven: callar bocas, al precio que sea. Convertir en servilismo lo que debería ser defender la verdad.
Podría avergonzarme de ser yo mismo periodista, pero no lo haré; porque el discurrir del tiempo me ha demostrado que hay valores, en subasta, y si el electorado fuese consciente de ello, ni Govern, ni IMAS, ni Consell Insular de Mallorca aguantarían la presión de una opinión púbica encabronada.
Lo dicho: la comisión del Parlamento Europeo debería adelantar su viaje a la isla, ahora que se encuentra todavía caliente el engaño de la izquierda. Son tan miserables, autosuficientes, que esperan la reelección de sus cuates.
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