Opinión

La lincharon hasta después de muerta, pero hoy guardan el más cobarde silencio

La Audiencia de Valencia ha archivado la causa contra trece de los ex concejales y ex asesores del PP de Valencia procesados por presunto blanqueo de capitales en las elecciones municipales de 2015 ante la «notoria ausencia de indicios de delito». El caso persiguió hasta su muerte -y más allá- a la ex alcaldesa de Valencia Rita Barberá, linchada en vida hasta el punto de no poder salir de casa. La izquierda y sus terminales mediáticas la despellejaron de forma inclemente, como hienas, colocando a la dirigente del PP en el centro de su sectaria diana. Un día sí y otro también, Rita Barberá era el objetivo de todas las cámaras, mientras tertulianos afines a la izquierda hacían sangre con la figura de la ex alcaldesa, despellejada en directo.

El caso de Rita Barberá no es el único: también Francisco Camps fue dilapidado públicamente antes de que la Justicia le absolviera de forma reiterada. Lo mismo le ocurrió  al que fuera alcalde de Granada, el popular Torres Hurtado, que fue absuelto después de que la izquierda y sus terminales le sometieran a la más cruel de las condenas. A Esperanza Aguirre, tres cuartas partes de lo mismo. La relación de nombres es larga, como la inquina y odio de una izquierda que hoy guarda un silencio vergonzante tras la absolución de los que fueran concejales del PP de Valencia. Les da igual que el tormento al que sometieron a Rita Barberá fuera minando su salud hasta terminar muriendo. No les importa nada, porque hasta después de muerta siguieron linchándola sin ningún miramiento. Una jauría rabiosa que hoy calla y demuestra hasta qué punto es capaz de llevar su ignominia a la cumbre del odio y la rabia.

No es que trituraran su presunción de inocencia, es que la trituraron personalmente a ella, sometida a una cacería humana sin precedentes. Esta es la izquierda que va repartiendo lecciones de moral. Esta es la izquierda que nos gobierna. Esta es la izquierda que no respeta ni a los muertos.