Opinión

Larrea se merece presidir la RFEF

El jueves habrá un nuevo presidente en la Real Federación Española de Fútbol. Juan Luis Larrea y Luis Rubiales compiten por el sillón que hubo de soltar Ángel María Villar, en agradecimiento a haber logrado el primer campeonato del mundo para España. Así pagamos las nobles gestas, aniquilando a su artífice y convocando elecciones. Esquelas aparte, ¿cuál de los competidores ha presentado más avales de todos los estamentos del fútbol ante la comisión electoral? Pues Larrea, 70, sin pasar Rubiales de 31. Aunque los heraldos negros, amigos del juego sucio, se inventen un 90/40 a favor de Rubiales, en detrimento de Larrea. Pero estando compuesta la asamblea por 139 personas, al que no hace trampas le bastan y le sobran 70 avales para obtener la mayoría.

¿Quién es Larrea? Un hombre honesto, un trabajador incansable que lleva en La Española —así llaman, coloquialmente, los directivos a la federación— desde 1988, donde ejerció durante 29 años el cargo de Tesorero de las Juntas. Tras ser destituido Villar, fue nombrado presidente interino. ¿Y quién, Rubiales? Un iluminado. Como aquel astrólogo del Sunday Express que, semanas antes de iniciarse la II guerra mundial, afirmó: “Insistiré una y otra vez en que el horóscopo de Hitler no es un horóscopo de guerra”. Rubiales reúne los estigmas para mutar en friki, al estar empanado entre demandas. La arquitecta que reformó su casa le acusa de agresión y Cayetano Martínez de Irujo lo hace porque: “Empezó a obligarme a tomar una dirección y yo no soy manipulable”. Tan autoritario es el de Motril que muchos bajo sus órdenes eligen la vía de escape con tal de no volver a verle. Según su curriculum, el expresidente de la Asociación de Futbolistas Españoles jamás llegó a más.

Volvamos a los méritos de Larrea, que del tal Rubiales nada bueno queda por aportar. El vasco cuenta a su favor, a nivel internacional, haber recuperado la plaza del comité ejecutivo de UEFA, gracias a la íntima y excelente relación que mantiene con Aleksander Ceferin, su presidente, y haber logrado que la final de la Champions 2019 se celebre en el Metropolitano. Asimismo, también contacta, cuando la ocasión lo impone, con Gianni Infantino, presidente de FIFA. Por algo lleva de delegado de la selección desde el 92, habiendo estado en siete mundiales y siete europeos, con título mundial en el 2010, y títulos europeos en 2008 y 2012, junto a entrenadores de la talla de Clemente, Sáez, Aragonés, Del Bosque y, ahora, Lopetegui. Hay que ser muy hábil diplomático, como lo es Larrea, para echarse a las espaldas tan fabuloso historial.

Las elecciones del próximo 17 de mayo me darán o me quitarán la razón. Yo apuesto por el vasco, porque de acceder a la presidencia el tosco e inmaduro Rubiales, la RFEF pasaría por momentos difíciles. A este andaluz le falta mundo, estilo, en fin, esa mano izquierda para las relaciones públicas que Larrea domina. No imagino al granadino, con su talante hostil, en un palco de Rusia, rodeado de autoridades y representado a España. Así que, por el bien del fútbol español, ¡Larrea for president!