Opinión

Lambán sonroja a los sanchistas

Durante el último Comité Federal del PSOE el gran asunto era el cupo catalán (pufo, más bien) que, de llevarse a cabo, improbable, acabaría con el socialismo español y colocaría al independentismo de izquierda catalán encabezando la caverna del medievo.

Sánchez, dueño y señor del partido al más puro estilo de los líderes autoritarios,  argumentó puerilmente  sobre la conveniencia «para Cataluña y para España» con la ruptura de la caja única y con el fin del Estado. Una de las razones para la existencia de los Estados es precisamente su papel fundamental como repartidor de la riqueza y la cohesión social donde nadie es más que nadie.

Pues bien, se escenificó el trágala. Lo de Page ya sabemos lo que da de sí, esto es, mucho perorar y poco demostrar que está radicalmente en contra. Me llamó la atención sobremanera, eso sí, la soberbia defensa de los valores socialistas por parte del ex presidente de Aragón, Javier Lambán, que muy enfermo tuvo redaños para enfrentarse al discurso oficial del aparato del partido. Fueron los argumentos justos de un viejo socialdemócrata al que quieren despedir de este mundo y que ojalá dure el tiempo suficiente como para comprobar que la pretensión del sátrapa no ha sido satisfecha, fiel el aragonés a los valores que llevaron militar en un también viejo y destartalado partido fundado hace muchas décadas por Pablo Iglesias.

Contemplé todo aquello realmente atónito. ¿No se les cayó la cara de vergüenza a aquellos dirigentes sumisos, lewinskysianos, dando carta de naturaleza a la liquidación de la razón de ser de la formación en la que militan?

He criticado en ocasiones al viejo hombre de Ejea de los Caballeros cuando consideré que, desde mi perspectiva liberal, no iba por el buen camino e incluso cuando coadyuvó de alguna forma a hechos raros en adjudicaciones a personas de su pueblo o de su estricta militancia. Pero debo escribir y escribo que en esa reunión del Comité Federal del PSOE, en un ambiente hostil y cobarde, supo, al menos, mantener erguida la bandera esencial y la razón existencial del Partido Socialista que dejó de ser Obrero y escasamente Español.