Opinión

Los II Pactos de la Moncloa llegarán tarde

Se discute estos días sobre la posibilidad de reeditar los pactos de la Moncloa, que serían los segundos en la historia. La mayoría de los españoles de hoy en día poco sabemos de los primeros. Unos los han olvidado, y a otros, los más jóvenes, porque apenas los hemos estudiado. A mí me sonaba vagamente el tema de los pactos hasta que un elemento llamó mi atención al comienzo de mi quinto curso de carrera. En aquel Septiembre de 2003, acudí a la presentación en el hotel Palace de Madrid del libro del jurista navarro y diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo Jaque a la Constitución. En el acto intervino el por entonces nuevo Secretario General del PP y flamante sucesor de Aznar Mariano Rajoy Brey, a quien pude conocer en persona por vez primera en la copa posterior (por entonces no había acto sin copa…luego vino la crisis y se acabaron las copas….ahora los actos son en streaming…pero de eso hablamos otro día). Del Burgo dijo que, en los Pactos de la Moncloa, los partidos habían pactado no promover cambios constitucionales durante 25 años para garantizar estabilidad institucional. Dichos 25 años habían terminado justo en el momento de publicarse el libro. Pasado ese plazo, el PSOE se lanzó a promover las reformas estatutarias y el “federalismo asimétrico”, abriendo el problema del Estatut y los nuevos Estatutos que le siguieron. Por esa vía, según del Burgo, se podía terminar dando  jaque a la Constitución.

Desde aquella tarde he pensado que unos nuevos pactos de la Moncloa eran necesarios. Ignoro si el PP se los ha propuesto al PSOE alguna vez en privado. Y si la negativa socialista ha hecho que nunca la oferta haya sido pública para no dejarles evidencia, como cabe imaginar. Tal vez a ninguno de los dos grandes partidos les haya interesado porque el juego político sobre el Estatut y otros enredos les ha resultado sumamente rentable desde un punto de vista electoral. Por otra parte, ambos partidos han ido aumentando el déficit público sine die, y todos sabemos que unos pactos así supondrían disciplina presupuestaria y más libertad económica, algo que no interesa.

Desde aquella tarde en el Palace han pasado casi 17 años. 17 años desde la expiración de aquel plazo de 25 sin que nadie haya movido un dedo para volver a pactar estabilidad institucional para la seguridad del mercado y la prosperidad del país. Ha tenido que llegar el COVID 19 para que alguien se plantee semejante cosa pretendiendo salvar su posición política.

Sin embargo, los pactos, en caso de que lleguen, llegarán tarde y llegarán mal. Tarde por los 17 años de retraso. Años en los que las condiciones políticas se han deteriorado mucho por irresponsabilidad de unos y otros: entre otras cosas, el bloque moderado ya no es lo que era, y el bipartidismo tiene menos apoyo que nunca. Mal, porque el espíritu de consenso ha sido dilapidado por el sectarismo de la izquierda. Mal porque, si se negocian los pactos, la cuarta fuerza en votos pretenderá dar un “giro social” que traerá menos libertad económica y más pobreza (curiosa política social). Condiciones inaceptables para una derecha en la que hay que recordar que Vox tiene 52 escaños (mientras AP tenía solo 16 en el lejano 1977, de modo que las concesiones a la derecha deberían ser mayores que entonces). Una derecha cuyas bases también tienen ideas sobre como mejorar la vida de la gente en este momento (ver por ejemplo el editorial de Qveremos, grupo de la sociedad civil para la regeneración del centro derecha), aunque el relato de la vera izquierda se presente a sí como la única alternativa a la casta, los mercados y demás familia.

Ojalá salgan esos pactos y nos ofrezcan la estabilidad institucional que venimos necesitando desde hace años.  Pero aunque se consigan pienso que, quedando tan lejana aquella tarde de Septiembre del 2003, llegan tarde, muy tarde.