Opinión

Iglesias, el peligro de un segundón decorativo

Un rústico, pero sabio, refrán aragonés dice: “Para las cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo yo me las subo”. Tras haber ido Sánchez a Bruselas a mendigar soluciones que le dejen acabar la legislatura, se ha traído por la cara, que cara tiene para dar y tomar, una muy buena noticia en forma de rescate. Aparte de reconocer sus habilidades de tahúr, ahora le queda lo más difícil: cómo deshacerse del burro. Obviamente el borrico es Iglesias. Sus coces y rebuznos lo delatan. Va a ser duro negociar los PGE junto a un animal recargado de sucias sospechas, que si Dina, que si Irán le untó millones de €, que si la Caja B de Podemos… La coalición social-comunista sirvió para subir la cuesta arriba, sin embargo, estorba en la cuesta abajo. A la UE no le van los delirios subversivos, que si hay que demoler la Monarquía Parlamentaria, que si hay que nacionalizar la banca, que se debe encarcelar al periodismo libre… Europa pasa de bestias que fomentan el odio, generando complicaciones. El burro y la burra, a su dacha, a pastar. Que tampoco es malo el premio que han obtenido en la feria estos dos nuevos ricos burgueses.

Ahora toca reconstruir el país, no engrasar la oxidada revolución. La ministra de Defensa Margarita Robles y la de Hacienda, María Jesús Montero, mujeres leales del bando socialista, aconsejan atar en corto al burro, mostrándose partidarias de llegar a acuerdos con todas las formaciones políticas. Iglesias sirvió para remontar la cuesta, pero si queremos llevarnos bien con la UE, hay que echarlo rodando cuesta abajo. De pronto, los separatistas han dejado de estar de moda y los bolcheviques ya no se llevan ni el mango de los paraguas. Llegó el tiempo de acabar con el virus, de asistir a nuestra gente, de detener el dispendio y aprovechar que Sánchez, por fin, ha hecho algo bien. Selló un acuerdo leonino, sí, pero beneficioso para España.

Si Sánchez cumple con las normas impuestas por la Unión Europea, quizá logre sacarnos de la ruina en la que nos metió su Gobierno, con la inestimable aportación del burro, que de economía sabe tanto, como el respeto que brinda a las mujeres. Iglesias, peligroso payaso decorativo, cree que Sánchez se sostiene en el poder gracias a él. Por fortuna para todos, Nadia Calviño, vicepresidenta 3ª y ministra de Asuntos Económicos, sabe cómo se las gasta este burro, de ahí que desmonte, cuando no desprecie, cada hilarante propuesta que sugiere el asno para arreglar nuestra economía. Sánchez fue a Bruselas sin un plan y se trajo un rico bizcocho, Dios le tenga en su gloria. Como no mande a Iglesias a freír espárragos, se va a comer una piedra.

Señor presidente, pacte con los constitucionalistas y olvídese de los que sobreviven en las cloacas. No olvide el refrán: “Para las cuestas arriba, quiero mi burro, que las cuestas abajo, yo me les subo”. Mande a tomar por saco al payaso. Sin él, se eternizará en Moncloa.