Opinión
Primera línea

Hotel Artmadams, el brote psicótico de Neus Truyol

La regidora de Modelo de ciudad, la separatista Neus Truyol, sigue en su cruzada personal contra el mural de arte urbano que reviste la fachada del Hotel Artmadams (antes simplemente Armadams) y esta vez vistiendo su procedimiento con una modificación del Plan General de Palma, al objeto de proteger a la carta el edificio; algo que huele, y mucho, a prevaricación.

Lo digo porque en su empeño en hacer desaparecer el mural de José Luis Mesas, ya se apuntó anteriormente que el edificio estaba protegido. Lo que era falso, de absoluta falsedad, como lo demuestran las prisas en ello. 

Ahora sabemos a ciencia cierta que tal afirmación era falsa puesto que de lo contrario, ¿a qué vienen las prisas de proceder a modificar el Plan General o sea, el mismo aprobado recientemente aplicando el rodillo democrático?

En el demoledor comunicado hecho público por la familia España, titular de la propiedad del Hotel Artmadams, hay dos preguntas clave: la primera hace referencia a las prisas por proteger este inmueble de Guillem Forteza y, en cambio, hacer oídos sordos al resto de su legado arquitectónico. Y la segunda, absolutamente clave en este proceso, es que, si ahora se protege, deberá ser por su actual configuración, mural incluido, pues caso contrario resulta palmaria la prevaricación, con las penas de cárcel correspondientes. Bueno, con permiso de fiscalía y judicatura en pleno escorada a la gauche.  

¿Por qué proteger puntualmente un edificio diseñado por Guillem Forteza, si apenas dos años antes permitieron la destrucción del chalet del arquitecto Bennàssar, al comienzo de Andrea Doria, y que, en efecto, era una muestra de cómo era el barrio de Son Armadans antes del boom turístico? ¿Sabrá la pesemera Truyol, que insiste en aspirar a la alcaldía de Palma, que Forteza es el arquitecto que diseñó el Palacio de Marivent, incluso que fue alcalde de Palma en 1923? ¡Qué va a saber esta indocumentada!

Todo esto huele, simple y llanamente, a persecución ideológica. Y como la incompetente Neus Truyol me parece un peligro para la convivencia, voy a reproducir íntegramente el escrito que colgué meses atrás en mi blog, con el valor añadido de que yo soy residente a pocos metros del hotel y a fecha de hoy sigo viendo a multitud de transeúntes que se detienen a fotografiar esta muestra, inequívoca, de arte urbano. Independientemente de gustos.

Era de esperar que la Gerencia de Urbanismo o Modelo de Ciudad diera el no por respuesta a la licencia que hubiera permitido legalizar el mural en la fachada del hotel Artmadams, situado en la calle Marquès de la Sènia 34 de Palma. Era uno de los puntos más discutidos y polémicos de los incluidos en la sesión, aprobado por representantes del equipo de gobierno y el voto en contra del PP y Vox. ¿Ciudadanos? Abstención. ¡Cómo no! Agonizan.

Se deniega la legalización, dicen, en base «a criterios estrictamente técnicos de protección del patrimonio y de impacto visual en un barrio singular».  Barrio singular… ¿Cuál? ¿Esta gente se ha paseado por la calle Marquès de la Sènia? Es más, ¿sabían de su singularidad en la mitad del siglo XX? 

Yo sí, porque en mi infancia me la pateaba a diario y jugaba en la fuente de Rubén Darío que ocupaba parte de la isleta hoy desaparecida: el busto y las columnas descansan metros más arriba. La calle, desde entonces, ha sido destrozada, literalmente. No tiene absolutamente nada que ver con sus orígenes. Por ejemplo, la acera de números impares discurría entre Es salt d’es Ca –con artículo salado, ¡coño!- y el inicio de García Lorca -entonces un barranco-, un conjunto de plantas bajas, anexo a un casal señorial y al Hotel Tropic, que fue derruido para levantar el edificio del mismo nombre que sí atenta contra el buen gusto. De la acera de enfrente, donde se ubica el Hotel Artmadams, queda del diseño original la manzana esquina con la calle Andrea Doria  y nada más. Tal vez un chalet grande inhabitado de la época y el edificio frente al Tropic, testimonio de arquitecturas olvidadas.  

Recomendaría a los técnicos que acudieran al Marítimo a tomarse algunas  tapas y que lo hicieran en el interior. Allí encontrarán una megafotografía de los primeros años 50 del siglo pasado, que refleja a la perfección cómo eran las proximidades a Marquès de la Sènia, cuando todavía tenía algún sentido valorar la clasificación de barrio singular. Nada que ver con 2021.

El informe que justifica la denegación recuerda que el artículo 337 del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) establece que las modificaciones de fachadas podrán realizarse de acuerdo a los proyectos que garanticen un resultado homogéneo con el conjunto arquitectónico. ¿Qué diferencia habrá entre modificar y recrear? Vayamos entonces al diccionario de la RAE.

Modificar significa “cambiar o transformar algo” y ‘recrear’, “divertir, alegrar o deleitar”. ¿De verdad un mural cambia o transforma? ¡Ah, claro: el impacto visual! Porque “crea o produce algo de nuevo”, con el objetivo de “divertir, alegrar o deleitar”. Será que los técnicos carecen del sentido del humor. Los transeúntes, en cambio, no caen en shock al pasar frente al Hotel Artmadams. Todo lo contrario, se deleitan y lo fotografían. 

En cuanto al “resultado homogéneo del conjunto arquitectónico”, vamos a ver. Repito: los técnicos, ¿se han paseado por Marquès de la Sènia?, ¿acaso no han caído en la cuenta de la anarquía del “conjunto arquitectónico”?  

Esta tropa de funcionarios, probablemente apesebrados, desde luego llegan tarde para salvar esta concreta calle desnaturalizada décadas atrás, como el resto de buena parte del casco urbano de Palma, y lavan su mala conciencia profesional rasgándose las vestiduras ante unas pinturas que no entienden y sí, bien dispuestos a doblar la cerviz ante el amo político de turno. Añaden, de paso, la no correspondencia de este mural con los planes arquitectónicos de un edificio racionalista. ¿Sabían estos memos que el racionalismo se vincula asimismo con el neoplasticismo, es decir, el nacimiento del arte abstracto? Por extensión, cualquier manifestación del arte provocador.  

Qué van a saber. Solo sirven para cobrar la nómina y decir amén. Ésta es una cuestión que debería movilizar a la ciudadanía, en especial a quienes residen en las proximidades del Hotel Artmadams y ven a diario el mural de José Luis Mesas. Porque ellos son quienes de verdad algo tienen que decir al respecto y no el caprichoso político de turno o el sumiso técnico municipal que pasaba por allí. Si los ayuntamientos consisten en gestionar proximidad, ¿qué mejor jurado en esta cuestión que los vecinos?

Pero lloverán las multas, hasta 12 apunta la Gestión de Urbanismo, en caso de no borrar de inmediato el mural y después a ratificar el ordeno y mando.