Un gasto voraz para una deuda creciente

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Los datos del Banco de España ponen de manifiesto que la deuda sigue con una tendencia alcista, más allá del decalaje entre refinanciaciones y amortizaciones que puede provocar algún descenso mensual engañoso, pero cuya tendencia hacia final de año es creciente, de forma que el mandato del presidente Sánchez va a terminar siendo el período en el que el endeudamiento más ha crecido.

La deuda afianza el nivel de los 1,6 billones de euros. Es lógico que la deuda se mantenga en ese nivel, pues es consecuencia del déficit y mientras éste exista, la deuda aumentará, ya que el endeudamiento es el stock del flujo que resulta ser el saldo presupuestario. Si el cociente no crece no se debe a disminución de la deuda, sino a que aumenta más el PIB nominal que el endeudamiento, pero aun así el problema no se solucionará, dado que la deuda absoluta seguirá incrementándose mientras no se logre un equilibrio presupuestario.

Así, nuevamente, los datos de endeudamiento público, que recoge en sus publicaciones el Banco de España, muestran la tendencia de crecimiento exponencial que ha cobrado la deuda pública española desde que el presidente Sánchez accedió al Gobierno de la nación, tras la moción de censura al presidente Rajoy.

Parece haberse instalado en España la sensación de que el gasto no es un problema, sino que éste se soluciona con impuestos y que si la recaudación de éstos no basta, se cubre con deuda. Los gestores políticos no se paran a pensar que la subida de impuestos genera distorsiones en la economía -y, además, cuando los suben lo hacen en los impuestos directos, que son los que más perjudican a la actividad económica y al empleo-. Tampoco quieren caer en la cuenta de que el endeudamiento tiene un límite, que estamos sobrepasando ya de manera muy importante. Nada los frena, pues sólo quieren prometer, en todos los ámbitos, más y más medidas que no nos podemos permitir por la sencilla razón de que el gasto que suponen no lo podemos pagar. Ahora, con el paraguas del BCE creen que tienen capacidad de endeudamiento infinita, pero se equivocan: la UE no dejará que el endeudamiento español sea un problema para la estabilidad de la zona euro, exigirán reformas y si el Gobierno español no las acomete, la Comisión Europea terminará por imponer recortes en la economía española, que serán más duros que las reformas que podrían aprobarse de manera voluntaria, ahora que las reglas fiscales vuelven a estar en vigor.

El Gobierno, al carecer de una política económica definida, va a impulsos, perjudiciales en muchos casos para la economía, como el incremento del salario mínimo, pero son impulsos, ni siquiera una política económica definida.

Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez -con el apoyo de Podemos y demás coalición- la deuda se ha incrementado alrededor de 450.000 millones de euros, según las notas iniciales de avance del Banco de España de mayo de 2018 y abril de 2024.

Urge un ajuste importante que sitúe a nuestra economía en el nivel de gasto que se puede permitir. Nada es gratis y todo se financia con los impuestos que pagan los contribuyentes, pero esos recursos son finitos y los ciudadanos están ya extenuados, en medio de una grave crisis económica, que reduce aún más su poder adquisitivo. Es imprescindible acometer reformas que nos permitan aumentar el crecimiento potencial de nuestra economía y que éste sea sostenible, no sostenida artificialmente. O se logra hacer eso o el drama será mucho peor cuando se vea que no se puede afrontar tanto gasto, porque entonces el recorte habrá de ser mucho más intenso.

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