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La puesta de largo europea del nuevo jefe del Partido Popular ha convencido a sus pares del PPE que el hombre de Os Peares camina con paso firme hacia los predios que un día fueron de José María Aznar y de Mariano Rajoy. En realidad, con que se siente a la puerta de Génova 13, permanezca en inteligente silencio y no cometa errores de bulto, el poder caerá en sus manos como fruta madura.
Es lo que suele ocurrir en las democracias con un cierto fuste. Cuando fracasa estrepitosamente en el Gobierno, los ciudadanos buscan refugio en la alternativa. Punto. Normal y lógico.
Lo sucedido en días pasado, sin embargo, en la cumbre del Partido Popular Europeo (PPE) no sólo afecta a su homólogo español (PP), sino que va mucho más allá a nivel global y tiene que ver que con el hecho de que los populismos de derecha, digámoslo claramente, la derecha extrema, subida a la chepa del radicalismo que impone, por un lado, la extrema izquierda y, por otro, las circunstancias sociales de máxima dificultad, ha ido ganando terreno al centroderecha o, si se quiere, a los que hemos venido denominando “derecha tradicional”. Se ve en Europa (Francia); se observa en Austria e Italia e, incluso, en la gran nación teutona. Lo de Hungría y Polonia va por otro lado y tiene que ver con el hecho de que sus poblaciones no han olvidado los años de hierro comunista en el llamado “Telón de Acero”.
El PP de Nuñez Feijóo no sólo tiene que batir en las urnas a una izquierda cainita, desnortada, fuera de la realidad y presa de hiperliderazgos abusivos y en determinados casos antidemocráticos. Tiene que insuflar el antiguo aire liberal, centroderechista de otros tiempos en nuestro entorno internacional natural que es Iberoamérica. Ahí, el socialismo del siglo XXI, esto es, los comunistas de antiguo cuño travestidos, va ganando terreno y ahí está el último ejemplo colombiano como botón de muestra. Revertir aquella situación en esa zona joven y superpoblada del mundo ha sido el encargo al nuevo vicepresidente del PPE al español Esteban González Pons, un apasionado de todo los hispanoamericanos.
En España, el socialpopulismo, por el momento y con todo a favor, no ha conseguido sorpassar, se pongan como les dé la democrática gana, a la “derechita cobarde” de la que mamaron a dos tetas durante muchos lustros (me refiero a sus principales líderes) no a su militancia, aunque alguna también. Y todo parece que continuará igual. No se engañen, pueden existir concomitancias (las hay) entre PP y Vox, pero son dos formaciones radicalmente distintas en tiempo, forma y procederes personales y colectivos.
Tras Róterdam, Feijóo y su equipo tienen que demostrar a sus pares de la UE que el centroderecha sigue al timón por estos lares. Lo estará más el día que se pueda oficializar en las urnas su victoria ante un sanchismo huero, inútil y despilfarrador.
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