Estampida de inversores: nadie se cree las cuentas ‘fake’ de Sánchez

Editorial

El Gobierno socialcomunista ha tratado desesperadamente de vender un crecimiento económico que no se correspondía con la realidad y que estaba lejos, lejísimo, de las previsiones de todos los organismos nacionales e internacionales. El Ejecutivo venía defendiendo que las estimaciones de un crecimiento del 6,5% para 2021 se cumplirían, pese a que nadie, dentro y fuera de España, avalaba la previsión de Pedro Sánchez. Al final, la ministra de Economía, Nadia Calviño,  ha tenido que reconocer la verdad y rendirse a la evidencia: el Departamento que dirige Calviño considera que el PIB mantiene un  ritmo de crecimiento del 4,9%, en línea con las estimaciones de numerosas instituciones nacionales e internacionales, que insistían en que las previsiones para la economía del Gobierno socialista no eran realistas y estaban desfasadas. En definitiva, que eran puro humo.

La diferencia de casi dos puntos porcentuales con respecto a la previsión oficial del Gobierno -que situaba el crecimiento del PIB en el 6,5% en 2021- nos coloca en el pelotón de cola de la UE. Y eso que España fue la nación que sufrió un mayor desplome de su economía a causa de la pandemia, razón para haber rebotado con mayor fuerza. Pues no. Con el último trimestre del año marcado por los estragos de Ómicron es sencillamente imposible que la economía española haya crecido lo que presumía el Gobierno de Pedro Sánchez.

En estas circunstancias, los inversores internacionales desconfían de España (mejor dicho, de su Gobierno) y, según los últimos datos publicados por el Tesoro, han reducido su peso en la deuda española hasta el 43,5% del total, porcentaje no registrado desde 2014. En febrero de 2020, antes de la pandemia, los inversores internacionales tenían en sus manos algo más del 50% de la deuda española. En la misma situación se encuentran los bancos españoles, que han bajado su peso en el conjunto de los tenedores de deuda nacional hasta mínimos. Parece evidente que no se han tragado las previsiones fake de Sánchez. Y es que entre la propaganda y la realidad hay un trecho tan largo que confiar en la palabra de este Gobierno es un ejercicio de alto riesgo.

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