Opinión

Estado en quiebra que gasta 200.000 millones

En breve serán aprobados unos Presupuestos Generales del Estado con el mayor techo de gasto de la historia hacendística de este país. Prometen 200.000 millones de euros de gasto público y, al mismo, tiempo reducir el objetivo de déficit que tan preocupados tienen a los responsables de la Unión Europea. ¡Esta ministra Montero es mujer de milagros! En román paladino: ¡gastar como nunca y reducir los agujeros como jamás! ¿Cómo va a ser eso? Pues sencillo: aumentar los impuestos a gogó. Porque, por fortuna, el Gobierno no tiene a su disposición la maquinita de imprimir dinero, eso está en otras manos.

En realidad, la historia reciente del socialismo español y también del necomunismo hispano (camuflado entre ropajes varios) es utilizar los Presupuestos (y sus añadidos) para afianzarse en el poder. Nadie en su sano juicio puede pensar que si el PSOE de Sánchez aumentó en votos el 23J ello no se debiera en gran parte a las subidas de las pensiones, los subsidios por doquier, cheques culturales y de todo tipo. El problema es que todo ese confeti es pan para hoy y hambre para mañana. Sólo hay que echar un vistazo a las inmensas colas del hambre que se pueden describir en cualquier ciudad de España.

Nuestro país tiene una deuda escalofritante por cuyos intereses tiene que pagar cantidades desorbitadas que se podría utilizar en la economía productiva. Es algo de cajón. Promover el empleo, por ejemplo, facilitando la creación de empresas que generen puestos de trabajo es el mejor subsidio que puede concederse, un puesto de trabajo estable y bien remunerado. Resulta de perogrullo subrayar que si el Estado se rigiera con criterios de empresa privada hace tiempo que se encontraría en la bancarrota al albur de los acreedores.

Está por  ver qué mensajes llegan de la Unión Europea a comienzos del nuevo año que se aproxima a velocidad de crucero. A la UE lo único que parece preocuparle, más allá de la amnistía española y los ataques sanchistas al Estado de derecho, es la economía y la salud de la moneda única.

Los juegos malabares de un Gobierno manirroto se van estrechando contra una realidad muy cruda. Definitivamente, los 200.000 millones de gasto saldrán, una vez más, de los bolsillos del contribuyente. No hay milagros. Y nunca los hubo. Hay buena gestión, mala y pésima.