Opinión

Empresariado: el peor escenario

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El pasado martes el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, asistía a un curso universitario dirigido en su tierra por este escribidor, precisamente el mismo día en que el Gobierno anunciaba un nuevo apriete de tuercas para los empresarios en forma de impuestos y trabas burocráticas de todo orden. Nunca he visto al jefe de la patronal -quien durante estos últimos años ha intentado inteligentemente un choque frontal contra el poder constituido- más encorajinado contra la cadena de despropósitos y engaños gubernamentales. Da lo mismo que consensuara la reforma laboral, que haya mantenido una posición responsable a propósito de tantas cosas.

Al final, Sánchez se ha entregado a las más bajas pasiones y a la orgía desenfrenada de los antisistema; orgía antiempresarial exigida por unos socios insaciables que persiguen dejar claro que aquí mandan ellos sin reparar en gastos ni formas, ni pararse ante los distingos básicos propios de un Estado de Derecho que convierte a la sociedad en civilizada. Hace tiempo que el empresariado en su conjunto es consciente de que bajo la formulación genérica de “conquistas sociales” que esgrime constantemente el Gobierno socialcomunista subyace la pretensión de poner al emprendimiento bajo férreo control. Al fin y a la postre, cuanta menor iniciativa privada exista, más Estado y, por ende, más capacidad de control de la sociedad a través de migajas y reparto de la miseria. Tengo para mí que los más recalcitrantes entre las mesnadas empresariales ya se han caído del burro. Vamos a ver a partir de ahora la capacidad de maniobra para poner coto ante el desvarío. Porque en el fondo, a los aliados de Sánchez lo que les gustaría -y les gustaría mucho- es acabar con cualquier vestigio de independencia que levante barricadas ante los desatinos.

Los empresarios españoles están ante su peor hora desde los inicios mismos de la Transición. Está en juego la supervivencia siquiera y en juego el concepto mismo de su misión y concepto empresarial. Impotentes ante el Boletín Oficial no tendrán más remedio que acudir a esa instancia superior que conocemos como Unión Europea, instancia a la que ya han tenido que acudir anteriormente jueces, fiscales, editores, agricultores y todo aquel sector que ha visto peligrar su independencia e, incluso, su razón de existir. Se trata de una partida a cara de perro que se juega entre el populismo rampante y una fuente ineludible en la creación de riqueza, progreso y trabajo.