Opinión
AZUL Y ROSA | MI SEMANA EN OKDIARIO

Don Juan Carlos, el rey de las caídas

  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

En los Estados Unidos se ha desatado una violenta campaña contra el presidente Joe Biden, a quien pretenden derrocar por sus confusiones geográficas, tropiezos físicos y errores con la gramática, ignorando que «boca que no comete errores gramaticales parece ser una boca que ignora la sonrisa», que decía Pushkin. O «si me equivoco, soy», San Agustín. Y, a pesar de ello, otorgar la «confianza a mi ser interior, esto es el hombre», Gottfried Benn. «Que los yerros por amores son dignos de perdonar», según Cervantes, aunque sucede a veces que el error se equivoca.

A mí, como a Goethe, los errores de Biden son los que me lo hacen especialmente digno de amor. Además, el error es común a todos los hombres, como se puede leer en la extensísima lista de líderes del mundo entero protagonistas de lapsus tan gordos como los del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que confundió, no una vez sino dos, a Kenia con Senegal. Como Biden, en lugar de la guerra de Ucrania se refirió a la de Irak; o Federico Trillo, que en 2003 –cuando era ministro de Defensa con José María Aznar–, durante una visita a las tropas españolas y salvadoreñas en Irak, gritó ante los militares centroamericanos «¡Viva Honduras!» Y qué decir de Mariano Rajoy que confundió Perú con Cuba. ¿En qué estaría pensando José Luis Rodríguez Zapatero cuando, en el transcurso de una rueda de prensa, refiriéndose a los estímulos para progresar, para favorecer, incluyó la palabra «follar»? Parecido y del mismo estilo Pablo Iglesias, el antiguo líder de Podemos, que hablando confundió manadas con mamadas.

Un gran error, la noticia que daba El País el 25 de agosto de 2019 titulando: «Muere el rey Juan Carlos. Por complicaciones en la operación de corazón a que fue sometido».

El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue dado por muerto por la cadena de televisión CNN. Y, recientemente, un compañero, Javier de Montini, también anunció mi muerte, ¡lagarto, lagarto!

¡Hasta el Papa se cae!

Caerse, desplomarse, derrumbarse, dar de bruces, rodar, resbalar, tropezar… Por alguna de estas circunstancias hemos pasado todos, independiente de la edad. Incluso reyes, presidentes, jefes de Estado y hasta Pontífices, como le sucedió al Papa Francisco el 29 de julio de 2016, en el Santuario de la Virgen de Jasna Gora, en Czestochova (Polonia), al tropezar en el altar durante la celebración de una misa. El Vaticano reconoció que Francisco padece ciática, que le afecta a las piernas y le dificulta subir y bajar.

Se cae el niño, se cae el anciano, se cae el joven, se cae el hombre, se cae la mujer. Lo importante es la actitud que tomamos al levantarnos. Lo que hace la diferencia es cómo nos levantamos. Es lo que cuenta. Pero lo que más jode es caerse en público. Como le sucedió, creo que más de una vez, a Joe Biden en las escalerillas del Air Force One. Nunca entendí que generara preocupación su salud. Se trató simplemente de un tropiezo. Sin más. Aunque todo un fiscal especial, Robert Hur, ha publicado que «tiene las facultades disminuidas debido a su avanzada edad».

Don Juan Carlos, el rey de las caídas

La peor fue en Botsuana, la caída del rey Juan Carlos, el 14 de abril de 2012, al tropezar con la raíz de un árbol al salir de la tienda de campaña que ocupaba durante la cacería de elefantes. Independiente de la fractura de cadera que sufrió, aquella fatídica caída reveló la relación sentimental medio secreta del rey con su acompañante Corinna zu Sayn.

Aquella caída se produjo sin luz ni testigos y se conoció por las consecuencias. Pero aparatosa y pública fue la que sufrió el 2 de agosto de 2012 al tropezar en un escalón durante su visita oficial al Estado Mayor de la Defensa. Al caerse de bruces, le produjo contusiones en la nariz y la barbilla. Y también pública fue la del 30 de mayo de 2008 al perder el equilibrio en la cena organizada por el Círculo de Economía en el Palacio de Congresos de Barcelona. No fue el único. En aquel evento también tropezaron los ex presidentes de la Generalitat Jordi Pujol y Pascual Maragall.

El 15 de marzo de 2010, don Juan Carlos cayó también al sufrir un traspié en el último escalón que le llevaba al atril para pronunciar su discurso en la inauguración de la T3 del aeropuerto de Málaga. Y en junio de 1981 sufrió un aparatoso accidente cuando se dirigía a la piscina de Zarzuela: se golpeó con la puerta de cristal que da salida al jardín, causándole varias heridas en el tórax, muslo, antebrazo izquierdo, manos y nariz. Tuvo que ser escayolado del brazo porque un cristal le había cortado el nervio radial.

Año y medio después, en enero de 1983, sufrió un gravísimo accidente a causa de una caída en la estación de esquí suiza de Gstaad que le provocó una grave fisura de pelvis. Fue necesario trasladarle en un avión-ambulancia hasta Madrid. Permaneció un mes en la cama y para moverse utilizó muletas y un corsé pélvico. La fisura le dejó secuelas de las que tuvo que ser nuevamente intervenido a causa de una fibrosis muscular.

Y en 1991, un «encontronazo» con un esquiador fantasma (el general Sabino me aclaró que fue una caída) en Baqueira le produjo una grave lesión en la rodilla derecha que le obligó a llevar muletas durante meses.

Eso sí, el hoy rey emérito siempre reaccionó con deportividad pidiendo disculpas. Como hizo el 18 de abril de 2012, cuando abandonaba el hospital después de la caída de Botsuana: «Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir».

Chsss…

«Un nuevo dictador de extrema izquierda en Europa», así titula un artículo sobre «él», publicado en The American Spectator de Washington.

Ha sorprendido que la conocida actriz haya reconocido hoy que sufrió una agresión sexual muy fuerte a los seis años.

Aunque los piropos están hoy poco menos que prohibidos o mal oídos, ahora resulta que llamar «zorra» está admitido.

Mientras la estrella musical del momento en los Estados Unidos vende su jet privado por los niveles de contaminación en Florida, «él» utiliza su Falcon incluso para volar de Valladolid a Madrid.

Dejando bien claro el respeto a la presunción de inocencia, se especula sobre la implicación de su sobrino en el robo que la famosa artista sufrió en su casa de la que se llevaron gran cantidad de dinero.

La esposa del famosísimo actor, actriz y modelo, ha anunciado que publicará un libro sobre la demencia de su esposo.

A dos meses del inicio del juicio contra su hijo en el que puede ser condenado, como mínimo, a cadena perpetua cuando no a muerte, sus padres se agreden públicamente acusándose de ser culpables de la situación.

Hay que reconocer que ella está educando mucho mejor a sus hijos que su hermana. Mientras la hija de la una ayuda a las víctimas de minas antipersonales en Camboya, la hija de la otra se ha convertido en una frívola influencer.