Opinión

Don Juan Carlos: un reinado para la posteridad

Esta semana que ahora termina puede considerarse trágica para España, pues los enemigos de nuestra nación -comunistas amigos de regímenes dictatoriales de ese signo político, como Venezuela e Irán; independentistas, con algunos sediciosos condenados por el intento de golpe de Estado en Cataluña; y los herederos del brazo político de los terroristas de ETA- han ganado una batalla que les permite avanzar de manera importante hacia la liquidación de nuestro régimen constitucional, cuyo máximo símbolo es la Monarquía parlamentaria.

Todas esas personas, algunas de ellas miembros de un Gobierno que, en el mejor de los casos, no defiende claramente al Rey; que en una posición intermedia, aunque intolerable, lo presiona; y que en otro extremo, lo ataca, han celebrado por todo lo alto la salida de Don Juan Carlos de la que ha sido su casa durante los últimos casi sesenta años. Esas personas han llevado a cabo una cacería contra el Rey padre injusta e intolerable, desde el odio profundo que los envuelve y que hace que traten de abrir constantemente heridas del pasado y llevarnos, así, a los tiempos oscuros y tenebrosos de la II República, régimen surgido de un golpe de Estado -pues nunca se votó en referéndum un cambio de sistema en 1931-, que terminó por convertirse en un régimen de odio, terror y persecución. Finalmente, han conseguido que Don Juan Carlos saliese de La Zarzuela e incluso de España, tratando de emborronar la figura de uno de los más grandes españoles de todos los tiempos.

El pasado trece de julio, escribí aquí, en OKDIARIO, medio que amablemente me acoge, un artículo titulado “Don Juan Carlos: un gran Rey”. No sólo me ratifico en todo lo que en dicho artículo escribí, sino que añadiré en este presente artículo de hoy que el legado que nos deja Don Juan Carlos es colosal, a cuya altura sólo están otros grandes reyes de nuestra historia.

Sin contar a los Reyes Católicos, que merecen mención aparte, una vez unida la Corona en una única persona, cabe destacar, además del reinado de Alfonso XIII, que trató de modernizar España y al que la Historia hará justicia algún día, cuatro grandes reinados: el de Carlos I, el de Felipe II, el de Carlos III y el de Juan Carlos I.

Entre otros muchos logros y acontecimientos, los principales hitos de dichos reinados son los siguientes:

– Carlos I amplió los territorios en América, en su reinado se completó la primera vuelta al mundo y fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

– Felipe II continuó con la obra de su padre y forjó un imperio, bajo la Monarquía Hispánica, a lo largo de todo el mundo, con posesiones en todos los continentes conocidos en el momento.

– Carlos III incorporó la Ilustración en España, amplió las posesiones en América del Norte y modernizó el país, especialmente, su capital, Madrid, de la que aun hoy es considerado el mejor alcalde.

– Y Juan Carlos I, cuya obra es colosal. Como dije en el artículo del trece de julio, que repito ahora pues parece que hay algunos que quieren olvidar o borrar el legado de Don Juan Carlos, bajo su reinado se pasó de un régimen autoritario -muy suavizado en sus últimos años, pero autoritario en todo caso- a un régimen democrático de libertad; se legalizó al PCE sobre la base de la aceptación de éstos de la bandera nacional de todos los españoles, de la legalidad, de la reconciliación y de la Monarquía; se convocaron elecciones libres para cortes constituyentes, como he dicho; se aprobó y refrendó por los españoles la Constitución vigente, que ahora quieren derribar algunos; Don Juan Carlos abortó el intento de golpe de Estado del veintitrés de febrero de 1981; España ingresó en la OTAN y en el Mercado Común; se acometió la necesaria reindustrialización y se mejoró el sector servicios; España fue escaparate en el mundo al cumplirse el quinto centenario de la mayor hazaña de la humanidad, el descubrimiento del Nuevo Mundo, por mucho que ahora unos fanáticos lo critiquen: así, en 1992 se celebraron los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Exposición Universal en Sevilla, y la capitalidad cultural en Madrid; España fue socio fundador del euro; nuestro Ejército contribuyó a llevar la paz a múltiples lugares del mundo; y se afrontó con serenidad y tristeza los terribles atentados del once de marzo de 2004 y se acabó con ETA.

En todo ese tiempo, la economía creció y pasó, en términos corrientes, de 36.290,3 millones de euros en 1975 a 1,032 billones de euros en 2014, con un PIB per cápita que partió de 2.840,57 euros de 1975 y que llegó a 22.218 euros de 2014. En el mercado laboral, se pasó de doce millones de ocupados a más de diecisiete millones de personas trabajando. En términos reales, el incremento del PIB fue de más del 100% y el PIB per cápita, en esos términos constantes, se dobló.

Bajo su reinado, España desarrolló una fabulosa red de infraestructuras: no hay más que ver las autopistas y autovías existentes, una gran red ferroviaria de alta velocidad y el refuerzo de la red aeroportuaria, con la vanguardista T4 de Barajas como símbolo de la modernización de dichas infraestructuras.

Asimismo, múltiples empresas españolas se fortalecieron en el mercado interior para, después, poder crecer internacionalmente y expandirse, como Telefónica, Iberia, Ferrovial, ACS, Banco de Santander o BBVA, entre otras muchas, que cuentan, a su vez, con grandísimos profesionales formados cuidadosamente a lo largo de todos esos años.

Don Juan Carlos fue nuestro mejor embajador para la expansión de España y de sus empresas, gracias a su prestigio, su trabajo y su vocación de servicio a los españoles, que demostró durante todas las décadas de su reinado, bajo el cual España se transformó económicamente, como he dicho, se modernizó y recuperó todas las libertades, que algunos, ahora, añoran con mutilarlas para devolvernos, como digo, a los oscuros tiempos de la II República.

El balance, como se puede observar, del reinado de Don Juan Carlos es abrumadoramente positivo. No hay nada, absolutamente nada, que lo pueda ensombrecer, pero en España muchos medios de comunicación, muchos políticos y muchas instituciones lo han condenado sin respetar la presunción de inocencia que ampara a cualquier ciudadano, también a un rey. Es más, jurídicamente, aun de ser ciertas las declaraciones de una investigada y de un policía encarcelado, Don Juan Carlos gozaría de la inviolabilidad de los actos acontecidos durante su reinado, y si fuesen posteriores incluso estaría, parece ser, prescrita cualquier posible irregularidad (que, insisto, no ha sido demostrada a día de hoy), con lo que no cabe ni siquiera investigación alguna.

Da igual: los enemigos de España ya han establecido su condena y lo consideran culpable, atreviéndose a referirse a él de manera poco educada y respetuosa, llegando a acusarle de huir, cuando Don Juan Carlos ha dejado claro que, llegado el caso, estará a disposición de la justicia.

Como dije en el anterior artículo, el objetivo de este grupo de enemigos de España, que si pueden hacer oír su posición política es porque Don Juan Carlos trajo a España un régimen democrático de libertades, no es Don Juan Carlos, sino Don Felipe y, con ello, derrocarlo y acabar con la Monarquía. No hay más que ver cómo los ministros podemitas del Gobierno han salido en tromba atacando la Monarquía e incluso pidiendo la comparecencia en el Congreso de Don Felipe para explicar lo que este grupo de comunistas llama “la huida” de Don Juan Carlos. Imagino que a estas alturas, cualquier consejero se habrá dado cuenta de que el ceder a las presiones del Gobierno no va a detener el auténtico objetivo de comunistas e independentistas, que es acabar con la Monarquía, y que si los enemigos de España han celebrado que Don Juan Carlos haya tenido que irse, eso no puede representar nada bueno, ni para España ni para la Institución como garante de la unidad de España, de la concordia y de la continuidad histórica de nuestra nación.

El daño de la campaña desatada contra Don Juan Carlos por los enemigos de la nación es colosal, tratando de desprestigiar su imagen a nivel internacional y pretendiendo denostarlo para siempre. A buen seguro que todas las supuestas acusaciones quedarán, finalmente, en nada, pero el daño ya está hecho.

No obstante, la Monarquía encarna la continuidad y la tradición, siendo la Historia, a lo largo de los años, donde puede sentirse sosegadamente evaluada. Será la Historia la que devolverá a Don Juan Carlos el elevado puesto que le corresponde en la Historia de España: el de un rey que “de la ley a la ley” llevó a España de un régimen autoritario a uno democrático, que situó a España de nuevo entre las principales naciones de Europa y del mundo, cuyos gobiernos, bajo su reinado, impulsaron la modernización, y que simbolizó como nadie, la unidad de todos los españoles, siendo el rey “ de todos a un tiempo”. El legado de Don Juan Carlos es el de un reinado para la posteridad, base sobre la que se asienta el reinado de Don Felipe y sobre el que se habrá de asentar, en su día, el de Doña Leonor. Sin el magnífico reinado de Don Juan Carlos no sería posible, como tampoco lo sería el que gozásemos todos los españoles de la libertad y prosperidad que tenemos. Nunca debemos olvidarlo.