Del Pino les ha tocado el nervio
Es sorprendente, incluso enternecedor, el acongoje que les ha entrado a los de Ferrovial ante la nerviosa ofensiva gubernamental una vez anunciada su fuga a Países Bajos. Precisamente a Países Bajos, donde gobierna un primer ministro liberal, Mark Rutte, enemigo político declarado de Pedro Sánchez, al que considera un despilfarrador, mal administrador de los impuestos ciudadanos y por decirlo todo, un jeta.
Da la impresión de que la muchachada del presidente de la multinacional española se ha venido abajo ante la ofensiva gubernamental que se desata desde el poder, y el señor Del Pino de poder sabe mucho. El hecho cierto es que el Gobierno se ha movilizado por tierra, mar y aire sin reparar en gastos para intentar paralizar una decisión que retrata al Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez en toda su extensión. Ni seguridad jurídica (llevan gobernando cinco años mediante el trágala, recurriendo al decreto mucho más de lo que lo hacía Franco); ni impuestos razonables; ni respeto por aquéllos que crean empleo y riqueza; ni cumplimiento siquiera mínimo por la necesaria condición arbitral del poder público; ni solvencia internacional de un Gobierno con comunistas; ni austeridad gubernamental con sueldos desorbitados e inflado de cargos políticos innecesarios; asalto a todas las instituciones del Estado para patrimonializarlas como si fueran su predio. Por todo ello, se ha ido Ferrovial, cuyos propietarios y gestores están ahora más que acongojados ante el ataque recibido.
Del Pino, en definitiva, tiene lo que se merece. Compadreó ya desde los tiempos de Felipe González con los socialistas ahítos de dinero y cuarenta años después no ha tenido más remedio que emprender las de Villadiego.
Lo que realmente preocupa en Ferraz/Moncloa no son los puestos de trabajo que pudieran perderse o no crearse con el traslado de la multinacional a Países Bajos. No. Lo que les duele, especialmente a Sánchez, es que con esta decisión han quedado en evidencia ante la comunidad económica internacional y, específicamente, ante sus colegas de la Unión Europea.
Anda la pobre Calviño -esta sí sabe lo que ocurre pero calla y traga- empeñada en dar satisfacción a su jefe intentando de forma baldía que finalmente Ferrovial dé marcha atrás en su decisión. Busca entre los bufetes de abogados más notables de España argumentos para impedir la fuga. No hay argumentos; afortunadamente, España es hoy un país de la UE y las reglas sobre tráfico de empresas y capitales son meridianas.
Hay un sentimiento generalizado entre el empresariado español respecto al fanatismo gubernamental contra todo lo que significa empresa y emprendedor. Lo ha dicho el presidente del Círculo de Empresarios, Manuel Pérez-Sala, demostrando que están al cabo de la calle. La saga/fuga no ha hecho más que empezar, sobre todo si Sánchez y sus ministros comunistas consiguen mantenerse en el poder tras las elecciones generales de fin de año.
Finalmente, habrán observado que desde que se anunció la huida Ferrovial ha subido en los mercados bursátiles, lo que no ha logrado en los últimos años. ¡Es el mercado libre, estúpidos!
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