Opinión

La culpabilidad del Gobierno ante la libertad de Venezuela

Una semana para la ignominia más lacerante. Un presidente de Gobierno que no sigue los postulados del parlamento, su ministro de Asuntos Exteriores que juega con las palabras para no reconocer a Edmundo González Urrutia. Un presidente del Gobierno que no reconoce tras más de mes y medio al presidente electo de Venezuela mientras trata de embrujarle a su vuelta de China y se quita la corbata para ello, que es un símbolo que bien puede significar también que se quita la más absoluta decencia al no seguir los postulados del mundo libre.

Un Congreso que vota a favor del presidente electo. Un Senado que hace lo mismo y ayer un Parlamento Europeo que clama unánime para reconocer al nuevo presidente. ¿Qué hace el presidente del Gobierno? Pues dar instrucciones para que su partido no vote al presidente electo de Venezuela. Insólito. Terrorífico.

Hace dos días nos enteramos de que el presidente electo es chantajeado y coaccionado en la residencia del Embajador de España para obligarle a renunciar a ser presidente electo. No hay palabras para calificar esta traición del gobierno a España utilizando nuestra embajada para encubrir delitos de criminales e invitarles para hacerlo. Menos mal que ayer el Parlamento Europeo, además de proclamar al presidente González Urrutia, condenó la brutal represión del régimen e instando a la corte penal internacional la detención de su máximo responsable. España a través de su Gobierno no lo ha secundado. Un hecho de complacencia gravísimo a un régimen criminal y de gravísimas consecuencias, además, repito, admitir a máximos dirigentes de ese régimen pisar nuestra embajada para chantajear al presidente electo de Venezuela. ¿Dónde está el ex presidente Zapatero? Protegiendo su participación criminal en todo esto.

No contento con lo anterior, proclama una ley de regeneración democrática con objeto de controlar los medios de comunicación y, pásmense, aparecen pruebas de que en la misma sede del partido se está investigando a jueces y periodistas para chantajear a la justicia y a la libertad de expresión… todo ello para ocultar la corrupción de su esposa, de su hermano, la suya por tanto, de su gobierno y de su partido, que por cierto, ha fagocitado, en plan asamblea norcoreana o chavista.

Quien todo esto pretende para «regenerar la democracia», es el supremo ejemplo de quien miente, corrompe y traiciona día a día a la democracia y somete a los españoles a una ingeniería social sin precedentes desde los tiempos del nacionalsocialismo (nazismo) y del comunismo.

Es imposible imaginar un grado mayor de degradación y corrupción de las instituciones a su servicio y de las que aún sin estarlo, pretende que se sometan a sus postulados.

Jamás habíamos padecido tal vulneración de la Constitución y ataque frontal al Estado de derecho y sometidos además a las veleidades de un auténtico impostor. Por cierto, los dos españoles detenidos por el criminal de Venezuela están sin protección de España… una ignominia… pero en cambio nuestra embajada ampara a unos mafiosos cometiendo hechos delictivos en nuestro suelo español, estando dichos mafiosos al frente de un gobierno criminal. Presidente del Gobierno dimita, previa explicación de su colaboración, a la luz del mundo, con un gobierno acusado por Naciones Unidas y reclamado ya su presidente por la Corte Penal Internacional. Tendrá que dar muchísimas explicaciones ante la constatación de ser cómplice, ante sus ensordecedores silencios, de un dictador.