Opinión

El cuento de la lechera de Sánchez

Sánchez envió a Bruselas la actualización del programa de estabilidad apurando el margen que tenía para hacerlo, que le permitió no tener que desvelar ni sus planes ni sus previsiones para el cumplimiento de dicho plan. Ahora, tras remitirlo, lo hemos podido conocer.

Dicho plan, en primer lugar, reconoce que se desviará en el objetivo de  déficit en 2019, ni más ni menos que en 7 décimas, o traducido a euros, en casi 9.000 millones. Además, retrasará, un año tras otro, la reducción del déficit, de manera que ya no se obtendrá el superávit que el Gobierno del PP planteó para 2021 y habrá que esperar hasta 2022 para alcanzar el equilibrio presupuestario, según los datos del Gobierno.

Eso, pretenden alcanzarlo con una elevación de los gastos y un incremento de los impuestos. De esta forma, subirán los impuestos en casi 10.000 millones de euros, tocando casi todas las figuras tributarias: IRPF, Sociedades, SOCIMI’s, Diésel, transacciones financieras, servicios digitales y bases mínimas y máximas de cotización a la Seguridad Social.

Con ello, estiman cuadrar ingresos y gastos en 2022, en un porcentaje del 40,7% del PIB. Es dudoso que el gasto no vaya a subir más con todas las medidas de incremento de gasto que quiere llevar a cabo el Gobierno y que le pedirá Podemos, pero lo que es casi imposible es que se incremente la recaudación en la medida en la que el Gobierno estima.

¿Y en qué medida calcula ese incremento de ingresos? Plantean pasar de un incremento de ingresos sobre el PIB del 38,9% en 2018 al 40,7% en 2022. De la misma manera, consideran que la presión fiscal (la recaudación tributaria sobre el PIB) se incrementará del 35,1% de 2018 al 37,3% de 2022. Eso es casi imposible. Supondría que el aumento de ingresos en esos cuatro años sería de 97.570 millones de euros, de los que 95.505 sería por incremento de recaudación de impuestos.

Se han manejado cifras en los últimos días en los medios de comunicación que no son exactas, pues han calculado esos incrementos empleando el PIB de 2018 para aplicar el porcentaje de 2022 sobre el PIB, cuando hay que calcular ese porcentaje de 2022 sobre el PIB de 2022, PIB de dicho año que se puede calcular a partir de los datos de crecimiento nominal anual del PIB que el Gobierno estima en la página 25 del documento enviado a Bruselas.

Es inviable el plan, y lo es porque supondría acelerar el incremento de recaudación tributaria de los últimos años, cosa complicada en el estado actual de desaceleración de la economía. Eso supone que la estimación de la evolución macroeconómica la ha calculado el Gobierno de manera muy optimista, con crecimientos superiores o en el entorno del 2% del PIB real, crecimientos parecidos en el empleo y una marcha de la economía que apenas sufriría ningún parón. Con todos los indicadores en la mano, eso vemos que no es así.

Y, por último, es inviable porque el propio Gobierno considera que una subida de 120 puntos básicos en los tipos de interés -probable a partir de 2020-, una mayor desaceleración de nuestros socios comerciales, que perjudicaría a nuestro crecimiento por menores exportaciones, y un aumento de diez dólares en el barril de petróleo, que no parece difícil, afectarían negativamente a la economía: el PIB crecería casi 2 puntos menos -con el consiguiente descenso en empleo-, el déficit sería un punto mayor y la deuda aumentaría en casi 3 puntos por todos esos efectos.

Este programa de estabilidad enviado a Bruselas es, por tanto, el cuento de la lechera particular de Sánchez. El problema es que cuando el cántaro se rompa, lo pagaremos todos los españoles, como tuvimos que pagar los desperfectos en la economía y el empleo que causó la política económica de Zapatero.

José María Rotellar
Profesor de la UFV, del CES Cardenal Cisneros y del Trinity College