Opinión

Cuba es una dictadura atroz y lo de Sánchez, una gigantesca vileza

Parece evidente que el Gobierno socialcomunista ha prohibido pronunciar la palabra dictadura al referirse al régimen cubano, una tiranía comunista que lleva 62 años sometiendo a un pueblo que ha llegado al límite de su resistencia. Siguiendo un orden cronológico, primero fue la ministra portavoz, luego Pedro Sánchez y, después, la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, quienes se han negado a definir al régimen cubano como una dictadura.

Los equilibrios y rodeos para evitar condenar al Gobierno de la isla caribeña revelan con toda crudeza la cobarde hipocresía de un Ejecutivo que, de ignominia en ignominia, se ha instalado en la indecencia. Escuchar a Sánchez escurriendo el bulto de Cuba en la entrevista en Telecinco provoca sonrojo y vergüenza. Ante la heroica demostración de arrojo y dignidad de un pueblo cubano capaz de enfrentarse al régimen a costa de perder la vida, la indignidad del Gobierno español es de una vileza insoportable. Para no molestar a sus socios en el Ejecutivo, el presidente evita referirse a Cuba como una dictadura, no vaya a ser que Podemos -formación que ha hecho negocio con la sangre derramada de miles de inocentes aplastados por los regímenes bolivarianos- le plante cara en un momento en que Sánchez está en plena campaña de propaganda tras el anuncio del nuevo Gobierno de la “recuperación”.

Lo que no recuperará es la decencia, la moral, la dignidad y, en definitiva, la rectitud moral que cabría esperar del Ejecutivo español a la hora de condenar sin titubeos la violación sistemática de los derechos humanos en un país como Cuba, cuyos lazos con España parecen no importar a un presidente que, preso de su alianza con el comunismo, exhibe una pastueña condescendencia con el régimen castrista. El Gobierno al que no se le cae de la boca la palabra dictadura para referirse al franquismo, es incapaz de llamar dictadura a lo que existe en Cuba desde hace más de seis décadas. No cabe mayor vileza