Los cuatro rostros de Adán
Nancy Astor, primera mujer en ocupar un escaño en la Cámara de los Comunes allá por 1901, asombró al Parlamento con una frase inaugural que dejó petrificado cualquier atisbo de machismo: “Me casé con un hombre inferior a mí, todas las mujeres lo hacen”, dejando bien claro que la mujer apuntala la inseguridad que hay en todo hombre. El feminismo acababa de irrumpir en sociedad. Mostrado mi respeto hacia la mujer, demostraré el nulo aprecio que me merecen esos hombres que no se lo tienen a ellas. Paso a relatarles el asunto que traigo, que se las trae. Por desgracia, así son los que se las dan de machos. Abróchense los cintos.
La historia, actual y real, ha sido desvelada sobre el diván de una consulta psiquiátrica bajo los efectos de la hipnosis. El paciente, un hombre en apariencia discreto, resultó ser muchas cosas y todas ellas impensables para la mente de su mujer, que ahora ostenta el título de cornuda mayor de Europa debido a los cuatro rostros que ha mostrado su marido. El psiquiatra, que para eso está, me contó hasta los íntimos detalles, convencido de hallarse ante uno de los casos más perturbadores de personalidad múltiple. Al parecer, una situación mental insólita ha conducido el cerebro de semejante imbécil a subdividirse en cuatro partes, estando dominada cada una de ellas por una persona distinta. El que lo trata – sin resultados positivos – mantiene que cuando el enfermo se sumerge bajo hipnosis afloran sus variadas idiosincrasias, su voz y acento se alteran, así como sus gestos anímicos, llegando incluso a cambiarse de nombre.
Estos son los cuatro rostros en que se multiplica el temperamento de este Adán de guata y los nombres que adopta para satisfacer sus plurales vidas, vicios, hobbies, pasiones y desmesuras.
1. Facundo. Ladrón de tiendas de lujo que ya ha sustraído cosas por valor de 1.370,00 € y que, aparte de estar casado desde hace décadas, festeja a una caribeña a la que paga con el botín.
2. Lorenzo. Experto en antigüedades que se monta a la primera coleccionista que le ponga de perico hasta las cejas. También se las da de agente de cambio y bolsa a cambio de la bolsa.
3. Erasmus. Playboy discotequero con lentes de contacto verdes y violetas y pelucas ámbar y rubias que persigue a las chonis de extrarradio proponiéndoles pasar la noche en un jacuzzi.
4. Martina. Travelo de 19 años que trota por la Casa de Campo, cuando el tal Adán tiene 47 y cinco hijos. Su postura preferida para captar clientes es levantarse la mini y exhibir la mata.
¡Cómo anda el mundo si a este tetramorfo lo denominan hombre! ¡Pobre mujer la suya, que no para de sacarle brillo a la cuerna, que ha de creerse el cuento chino del psiquiatra y pagar la deuda millonaria de las boutiques, además de las pelucas y los perfumes carísimos que gasta el puto que atiende por Martina! El hecho de que el tarado escoja nombres con siete letras se debe a que el siete es el número perfecto para equilibrar lo espiritual y lo corporal.
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