Opinión

Consejos vendo que para mí no tengo

La doble moral de la izquierda es un concepto que empieza a ser autodestructivo porque quedan pocos españoles que no les hayan tomado ya la matrícula a estas alturas de la película. El último ejemplo es de película de Berlanga. A Armengol y a su tropa les faltó tiempo para sumarse al mensaje que vehiculó el rojerío para demonizar la gestación subrogada de Ana Obregón. Sí, el mismo rojerío que recibió con alborozo el mismo proceso cuando quien lo realizó fue uno de los suyos, el actor Javier Cámara. Para el PSOE y todo lo que está al Oeste lo importante no es el qué, sino el quién.

Sin embargo la ofensiva del PSIB, dirigida como la del resto de España a extender una cortina de humo para tapar escándalos como el del Tito Berni, el del coronel De Los Cobos, el de Laura Borràs o, como no, el de María Gámez y sus negocios familiares, tardó muy poco en desinflarse. Justo el tiempo que tardó OKBALEARES en descubrir que el número 6 de Armengol, el psiquiatra Oriol Lafau, había sido padre por gestación subrogada. Una vez más la historia de siempre: no importa el qué, sino el quién.

Una vez puesto de manifiesto el escándalo que vuelve a demostrar la hipocresía y el fariseismo de Armengol, la misma que mientras tenía encerrados a cal y canto a los ciudadanos salía de copas con sus ayudantes a un establecimiento ilegal y a altas horas de la madrugada, a Oriol Lafau no le ha quedado otro remedio que renunciar a la candidatura. A posteriori, por supuesto, porque si su «pequeño secreto» no se hubiera descubierto es de perogrullo deducir que seguiría en las listas.

Consejos vendo que para mí no tengo. El PSOE se atreve a acusar de corrupción a los demás cuando es el partido más corrupto de la historia de la democracia española como han demostrado las sentencias del Tribunal Supremo, se atreve a dar lecciones de moral cuando varios de sus diputados frecuentaban prostíbulos y tiene el valor de dar clases de responsabilidad cuando la propia presidenta del Govern Balear se burla de sus ciudadanos saltándose el toque de queda que ella misma les ha impuesto. El socialismo es una farsa en sí mismo y ni siquiera la propaganda puede ya evitarles el ridículo más espantoso.