A la censura pura y dura ahora la llaman «cultura democrática»
Que el Gobierno va a intentar acallar a los medios críticos es una evidencia incuestionable. La fórmula empleada consiste, básicamente, en regar de millones a la prensa afín, con el pretexto de que la ayuda es para que «ofrezcan información veraz». El concepto veraz no es más que una trampa semántica utilizada por el Ejecutivo, porque las ayudas -una partida de subvenciones de 124 millones de euros de los que ya se han aprobado 10 millones para quienes desarrollen herramientas «para combatir noticias falsas»- irán destinadas en su inmensa mayoría a los medios que le bailan el agua. La gran cuestión de fondo es definir lo que el Ejecutivo entiende como «herramientas» contra la desinformación, porque -no nos engañemos- el mayor propagador de bulos es el propio Ejecutivo de Pedro Sánchez a través de todas las herramientas a su alcance, que no son pocas.
El Ejecutivo ha vendido el plan como «un compromiso del Gobierno de España con el derecho de la ciudadanía a recibir información veraz, así como el apoyo a la transformación tecnológica del sector de los medios de información para preservar su competitividad y su cometido como vehículo fundamental para la conformación y expresión de la opinión pública libre e informada que requiere nuestra democracia». Bajo este eufemismo se esconde una estrategia orientada a que los medios subvencionados hagan de escudo protector del Gobierno ante los crecientes escándalos de corrupción que le rodean. Y para eso utilizarán dinero público para premiar y favorecer a la prensa afín: un «yo por ti, tú por mí», pagado con el dinero de todos los españoles.
Lo de la «información veraz» no es más que una burda excusa, porque mientras untan el lomo a los medios sanchistas preparan medidas contra los medios críticos. No es por casualidad que Sumar, coincidiendo con el primer paquete de ayudas a la prensa afín, haya propuesto intervenir a los medios que no le bailan el agua al Gobierno para así «crear una nueva cultura democrática». A la censura la llaman ahora «cultura democrática».
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