Opinión

Cataluña: de oasis a páramo

  • José María Rotellar
  • Doctor en Economía. Ex viceconsejero de Hacienda y Política Económica de la Comunidad de Madrid. Profesor del Colegio Universitario Cardenal Cisneros y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria. Escribo sobre economía y política.

El golpe de Estado que trataron de perpetrar los independentistas ha causado un grave problema a Cataluña, en particular, dentro del problema general que ha originado en el conjunto de España. A la fractura social abierta por dicho golpe, hay que añadirle la económica, que constituye un torpedo en la línea de flotación de la reactivación económica regional catalana y que puede lastrar a la economía española. De momento, parece que a la economía nacional le impactará poco, apenas medio punto de PIB sobre la base de un crecimiento en niveles del 3%, pero podría llegar a restar más de un punto si persisten la inseguridad e incertidumbre. Ahora bien, en Cataluña esto ya se está notando, como hemos visto con los movimientos acontecidos en las distintas empresas: la inmensa mayoría de las principales del IBEX con sede social allí, la han cambiado. Dichas empresas, concentran el 30% del empleo que se genera en Cataluña, con lo que el riesgo de empobrecimiento de la región no es menor.

Ahora bien, poniendo los números negro sobre blanco, podemos observar que la tragedia comienza a tomar forma. Así, al analizar los datos de Sociedades Mercantiles que publica el Instituto Nacional de Estadística, podemos ver el frenazo que ha supuesto el intento de Golpe de Estado para la generación de actividad y prosperidad en Cataluña. De esta manera, si analizamos el acumulado del año, Cataluña concentraba el 20,2% de todas las sociedades que se creaban en España, con el 17,9% del capital. Pues bien, sólo en septiembre, tras la inseguridad jurídica generada con las leyes de desconexión y la convocatoria del “referéndum” del 1 de octubre, esos porcentajes han pasado al 16,5% en número y al 4,9% en capital, de manera que ha supuesto un parón terrible en la creación de empresas en Cataluña. Cuando se publiquen los datos de octubre, puede ser todavía más demoledor, amén de los movimientos de empresas ya señalados anteriormente.

Los políticos catalanes siempre han afirmado, presumiendo, que Cataluña era un oasis dentro de España, tanto político, donde imperaba la sensatez, repetían, como económico y empresarial, donde la región catalana era la más avanzada de España y la que más riqueza y prosperidad generaba. Luego hemos comprobado que en la parte política no existía dicha sensatez, pero en la parte económica y empresarial, aunque no de la manera tan exagerada como ellos afirmaban, sí que Cataluña constituía un motor económico esencial de España en gran parte gracias a las medidas adoptadas por los diferentes gobiernos del siglo XX y de lo que llevamos de XXI, que han beneficiado enormemente a Cataluña.

Sin embargo, si ese oasis existió, ha desaparecido por completo. Políticamente, porque han convertido Cataluña en un lugar en el que sus dirigentes no han respetado la ley y, económicamente, porque con ello han destruido todos los cimientos sobre los que se sustentaba su progreso, riqueza y prosperidad. La deriva independentista ha comenzado a arruinar la economía catalana, donde ya no se constituyen tantas empresas como antes, donde las que estaban, muchas y muy fuertes, han tenido que salir huyendo de la inseguridad jurídica en la que los golpistas los metían, y en la que el empleo, desgraciadamente, puede resentirse. Han convertido el tan promocionado oasis en un auténtico páramo. Qué tristeza.