Opinión

Carta abierta a Antoni Punyet Sans

Antoni Punyet Sans. Desde su torpe altura de miras, comprenderá por qué no comienzo la presente ni con “estimado” ni con “don”. Porque mi sentimiento hacia usted y los de su calaña es de desprecio y arcada y porque supone otorgarle una categoría que sé supone de respeto o deferencia y nada más lejos de mi objetivo. Mis náuseas hacia usted provienen de su actitud de odio y resentimiento, de su cobardía y su osadía.

Se sentirá orgulloso de regentar el restaurante “Nova Font Blanca” en Balaguer, Lérida (España), donde en su infecta carta se ofertan “platos” como las “Manos de jueces y fiscales del Constitucional hechos a baja temperatura y acabados a la brasa de carbón” o “Guardia Civil andaluz a la brasa del carbón con pan tostado y ensalada de payés”. Permítame recordarle que desde tiempos inmemoriales la comida, la reunión entorno a una mesa, ha sido un lugar de encuentro, relajo y acuerdo. La historia nos ha mostrado que “el buen yantar” por encima de despachos o salas de reuniones, ha cerrado crisis y conflictos. Pero su ceguera moral impide el más mínimo de los raciocinios y su “lupanar” donde se echa de comer es nido de fobia.

Los jueces y fiscales a los que usted pretende abrasar representan el Estado de Derecho, la ley, la libertad, la defensa de la mayoría frente a tipejos como usted que consideran que vale todo para alcanzar un falso e irrisorio objetivo. La Guardia Civil, Institución a quien quiere carbonizar, simboliza y es ejemplo de disciplina, honor, y sacrificio, valores que desconoce. Desde su cuchitril se destila odio. Usted y su ralea, los “palmeros” de la comedia soberanista, son personas en conflicto interior y permanente.

Duermen y despiertan infectados de odio lacerante, de constante frustración por lo imposible. Excretan el resentimiento que produce el chasco por no alcanzar un imposible lleno de mentiras, rencillas y traiciones entre sus histriones y sus envenenados seguidores. Supuran envidia y rabia, cobardía y osadía. Desconozco el papel de la fiscalía ante su actitud. Si aventuro cual sería este si sus “platos” hubieran llevado como “denominación” referencias a los gays, los inmigrantes o a las mujeres. La progresía hubiera puesto el grito en el cielo y su tugurio sería clausurado en cuestión de minutos.

Tendrá la presuntuosidad de considerarse empresario, profesión esta noble, sacrificada y admirable. Usted es un pelele más, un títere simplón dentro de esta bufonada que está suponiendo “el proces” y que ya dura demasiado pues quien dice gobernar España se amilana ante denuestos, mofas y cobardes conminaciones.

Si no es la justicia quien cierre su tabuco, espero que sean los ciudadanos. Que lo hagan a través de las redes sociales, dando a conocer su bravuconada insolente e insoportable. Que se conozca sin miedos ni tapujos la mancebía que usted tutela. Qué se haga para no sufrir el contagio de la amoralidad y la fanfarronada.

Hágame caso, vivir emponzoñado de bilis conlleva infelicidad e infortunio. Piense si su actual escondrijo poligonero no debería reconvertirlo en un lugar de encuentro, de una confluencia de los sabores que nos ofrece una maravillosa tierra que conforma junto con otras lo que hoy es España. Lo que procuro es vano y estéril. Frente a la paz y la serenidad del individuo normal, seres como usted solo reflejan acritud y aspereza, por lo que solo vegetan dando coces y señalando. Triste y amargada vida la suya. Recuerde qué salvo una buena mesa, nada puede contra la inquina, la agrura y la fanfarronería.

Cuánta razón la del viejo proverbio inglés: “Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a ti”.