Opinión

Carlos Mazón, el valor de la palabra dada

Carlos Mazón cumple ahora un año al frente de la Generalitat valenciana, tiempo suficiente para valorar el grado de cumplimiento del programa electoral con el que consiguió desalojar del poder al socialcomunismo. No es habitual en política que los compromisos con el electorado se traduzcan en hechos a las primeras de cambio, pero Mazón ha logrado sacar adelante el que era uno de sus pilares fundamentales, la Ley de Libertad Educativa, una norma que, como bien señala en la entrevista para OKDIARIO, «ha sacado la ideología de las aulas».

Frente a la dictadura del catalán, Mazón ha demostrado que es posible -y muy positivo- haber terminado con esa imposición de carácter sectario que había discriminado al español. Y lo ha hecho, además, con una naturalidad aplastante, sin recurrir al clásico ordeno y mando. Es uno de sus grandes méritos, pero no el único, porque el presidente valenciano es de esos líderes que han sabido conjugar dos conceptos que no son antitéticos, sino complementarios: templanza y firmeza, vocación de diálogo y eficacia en la gestión. Los acuerdos con Vox -ahora rotos por decisión de la formación de Abascal- sirvieron de munición a la izquierda para atacar a Carlos Mazón de forma preventiva, sin darle un sólo día de respiro, pero el presidente de la Generalitat valenciana ha hecho gala de una notable capacidad negociadora que, sin necesidad de renunciar a sus principios, ha dejado a sus adversarios sin más argumentos que los clásicos mantras de siempre. Lo cierto es que si Carlos Mazón era hace un año una esperanza, hoy es una realidad consolidada que ha logrado que en la Comunidad valenciana se respire un aire nuevo.

Porque por encima de otras circunstancias, Carlos Mazón se ha erigido en un auténtico soplo de libertad en un territorio marcado durante demasiado tiempo por las rancias y dogmáticas recetas de una izquierda que, un año después, sigue sin encontrar su sitio.