Opinión

Bravo Sánchez, y ahora explícanos lo de Begoña

  • Carla de la Lá
  • Escritora, periodista y profesora de la Universidad San Pablo CEU. Directora de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Escribo sobre política y estilo de vida.

Pedro Sánchez es un presidente extraordinario, coincido con Àngels y sus homónimos, que han de tener un póster del presi pegado en su carpeta y adornado con purpurina y corazones, a juzgar por su defensa incoercible, sin rendijas, sin una sola duda razonable…

Y ustedes también estarán conmigo en que es extraordinario y excepcional que un presidente insulte en una carta en X, y en sus declaraciones, a la mitad de los españoles y a todos los periodistas que no se dedican a hacerle la pelota. Me imagino, sonriendo, una España distópica en la que sólo nos permitan un derecho, el derecho a la adulación (a Sánchez, obviamente).

Yo, como la mayoría de los españoles a derecha centro e izquierda,  no me creo los sufrimientos de Sánchez, ni su declaración atormentada, ni su virtud, ni tampoco su confesión de amor o enamoramiento desesperado (de no ser el que siente por su propia persona).

Por eso, una vez concluida su nueva performance autócrata, finalizado el vodevil, me gustaría volver a donde lo dejamos la semana pasada, la prensa, Sánchez y su esposa, y que nos explicaran todos esos extraños movimientos de Begoña, que si bien tal vez no son objeto de castigo legal, son tan antiestéticos e indecorosos que sí debieran traer consigo un precio político.

Insisto, si son tan  limpios ¿cómo no dan una rueda de prensa con preguntas de todos los medios y explican esos inauditos negocios y esos documentos rubricados por su adorada e inocente esposa?

Lo cierto es que, antes de que su marido accediera a la presidencia, Begoña Gómez organizaba cursillos básicos, pequeños, baratos y mal remunerados donde los medios de comunicación que cumplimos con nuestra profesión, señalar y fiscalizar las irregularidades posibles, somos descalificados por el mismísimo presidente.

Pero los españoles (nunca demasiado atropellados por el mismo hombre, el hombre más poderoso de España) después del show de Sánchez continuamos preguntándonos cómo es que desde su estatus de «señora de» Begoña Gómez ha venido «recomendando» con su firma a empresarios que se presentaban a licitaciones públicas. Perdónenos, presidente, ¡por trabajar!

Y Sánchez vuelve a su atalaya de dramática virtud, envestido de victimismo, él que es la persona más protegida del país, junto con toda esa caterva de pelotas que son la vergüenza de una profesión periodística, que no han comprendido nunca o puede que sí, imagino que su conciencia ha sido generosamente intercambiada por gratificaciones varias.

Un hermoso caso, Jordi Évole, el que un día lejano de idealismo del que ya no se acuerda se hizo llamar el follonero: «Si dimite se va a lo grande, de una forma inédita (como su llegada a Moncloa con la moción de censura, como inédito fue su regreso al mando del PSOE) y desmontado su apego al poder. Si no dimite, se convierte en el líder contra la política basura. Siempre gana. Y lo saben». Hay decenas de caricaturescos ejemplos

Sánchez regresa y arroja su discurso increíble, sin periodistas y sin preguntas, sin resolver cuestión alguna acerca de los escándalos que afectan a su Gobierno, empezando por las embarazosas componendas económicas de su mujer o el incomprensible, desde las matemáticas, enriquecimiento de su hermano.

Democracia lo llaman, él y los 12.000 españoles (poquísimos, por cierto, porque contra la Amnistía llegaron a ser 170.000 sin meriendita ni bus) que han traído a cantar Quédate a Ferraz a cambio de un bocadillo de salchichón convertidos en ratones tras su flautista de Hamelin.

Lo que no saben esos jubilados que llegaron a llamarnos ultraderechistas a los que informamos, y a cantar consignas rancias apestando a naftalina, es que no han venido a apoyar la democracia, ni a clamar contra el fascismo, sino que trabajan, existen y se ridiculizan a sí mismos solamente por los intereses espurios de un individuo, Pedro I el Guapo, y de un Gobierno mastodóntico sustentado en un vertedero de enchufados y feligreses.

Y luego los infuencers…, jajajajajajaja. Disculpen que me ría, es muy hermoso (y terrible) verlos. Estómagos y estomagazos ¡Pedro te queremos! Alcanzando cotas de servilismo impagables, amigues, baratita entregáis la dignidad. Ahora se entiende –yo soy muy comprensiva– por qué España está muy mal, al contrario de lo que reza el argumentario mesiánico del régimen: reventamos de inflación, y las sucesivas subidas de sueldo huecas del sanchismo no han hecho sino maquillar el malestar económico de todes ¡Pedro, icono!

Y ya podrán firmar todas las firmitas arribistas, escalar, reptar y dar volteretas en el aire irrespirable que nos dejas, presidente, y todos los polluelos con el piquito abierto a tu alrededor podrán piar Ave Sánchez, que las botellas de aceite de oliva no te creen.