Aquel PSOE y esta banda
Las comparaciones son odiosas, pero a veces resultan clarificadoras. Basta echar la vista atrás y comparar aquel PSOE del 82, con esta banda social-comunista. Recordemos el resultado que obtuvo Felipe González en las urnas: amplia mayoría absoluta, 202 de los 350 escaños del Congreso; veamos lo que consiguió Pedro Sánchez el 10-N-1919: 120 diputados, una minoría mezquina que le obligó a pactar con bolcheviques, etarras y catalanes rebeldes para continuar tirándose el pegote en Moncloa. Menuda diferencia. Mientras Felipe devolvía al pueblo, liderando aquel firme PSOE, la esperanza de una España libre, nueva, ahora sale Pedro con su socialismo friki de todo a 100 y nos mete en un carrusel de pencos desbocados.
Las diferencias y las similitudes no acaban aquí… Ambos líderes del PSOE, el auténtico y el falso, se hicieron acompañar por escuderos. Felipe enroló al culto y muy leal Alfonso Guerra, en tanto que Pedro apostó por un chisgarabís inculto y desleal: Pablo Iglesias. Alfonso, receptor de agravios destinados a Felipe, siempre le blindó con suma eficacia. Sin embargo, no puede decirse lo mismo del nuevo rico, el actual marqués de Galapagar, que en cuanto halla ocasión vende a su amo. Entre tener un escudero esculpido en acero, como tuvo Felipe, y un escudero traidor, como tiene Pedro, media mucha diferencia. Antes que pronto, el presidente Sánchez, de querer que las cosas le vayan medianamente bien, habrá de dejar tirado en la cuneta a su vicepresidente “vendeobreros”.
Desde que el cacique Sánchez y su capataz Iglesias – dos recién llegados a la prosperidad económica – instauraron el neopopulismo como única alternativa de poder, las impiedades del progreso, entre las que cabe destacar a Donald Trump, se les han amotinado, pues tal dúo no acepta que esté oxidada la filfa comunista y ese estribillo caduco sobre la supuesta opresión de los trabajadores, otro camelo de tahúres que ya nadie cree en el siglo XXI. ¿No serán ellos, amo y lacayo, los que explotan a las gentes necesitadas? De lo contrario, por qué desatienden a las CCAA sin pagarles el IVA que adeuda el Estado, ni atienden a los agricultores, ordenando cargar contra sus reivindicaciones, léase, sueldos de hambre. O por qué no equiparan a nuestras fuerzas del orden con salarios dignos, de los que sí gozan unos mossos rastreros que traicionan a España.
El Rey debe andar abatido si no en coma, viendo qué hace y deshace el presidente dejándose guiar por las maquiavélicas atrocidades que le sugiere su vicepresidente inepto. Este Gobierno sigue de carnaval.
Los mil contrastes en sus cargos e indecisiones, símbolo de los de su carácter, son los que el historiador no logrará compensar, ni definir. Las escenas de confusión y desorden que ambos activan les otorga el título de esclavos de sus contradicciones. Se hallan profundamente instruidos en las vaguedades y desestiman el saber de los eruditos. Predican su autoridad con fuerza, no acuden a las negociaciones más urgentes y desprecian cualquier pregunta que venga de la oposición. El llamado social comunismo, es así. Hablan de defender a la mujer y toleran el “chocho-power”, término denigrante donde los haya. El PSOE del 82 fue otra cosa bien distinta. Respetó a nuestro país.
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