El alcalde ‘chaquetero’ de Tarragona
Ya se sabe que no hay mejor fe que la del converso, ni más ganas de agradar a los nuevos amos que la del chaquetero. Y en estas lides, el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales, es un maestro. El hoy primer edil socialista de esta bella ciudad fue antaño el cabeza de lista de Ciudadanos.
Y cuando Rubén Viñuales tenía el carné naranja en el bolsillo, era un campeón a la hora de defender los derechos lingüísticos de los castellanoparlantes, un adalid en defensa de la Constitución y un gladiador plantando cara a los excesos del separatismo durante los años de plomo del procés.
Ahora, con el carné del PSC en el bolsillo y el sueldo de alcalde en su cuenta corriente, pacta la política lingüística municipal con Junts, los presupuestos municipales también con Junts y pasa de la Constitución. El pasado 6 de diciembre se celebró en Tarragona el único acto en la calle que la sociedad civil (en este caso, la Coordinadora de Entidades de la Resistencia Cívica) organizó en toda Cataluña para rendir homenaje a la Constitución.
El ponente era de campanillas, Albert Boadella, y la representación de los partidos constitucionalistas era de primer nivel: el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández; el presidente de Vox en la provincia de Tarragona, Sergio Macián; y el secretario general a nivel nacional de Ciudadanos, Carlos Pérez-Nievas. En representación del Gobierno municipal socialista no acudió nadie. Repito: nadie.
Viñuales representa lo peor de la política: el arte de la conveniencia personal. El guardar las convicciones de antaño en el armario para ponerse la chaqueta de socialista y pasar a defender las bondades de la coalición progresista que gobierna España entre los socialistas y los tribalismos radicales de formaciones como Bildu, ERC, BNG, Més, Compromís o PNV (Junts forma parte de dicha coalición los lunes, miércoles y viernes. Los martes, jueves y sábados, los de Puigdemont juegan a ser oposición, y los domingos cuentan las prebendas conseguidas).
Con Junts está encamado políticamente el antaño constitucionalista Viñuales. Los mismos que antaño dieron el golpe de Estado del 1-O que el ahora alcalde combatió son sus actuales socios de gobierno. Los votantes que durante años dieron su confianza a Viñuales como líder de Ciudadanos pensando que era un constitucionalista cabal comprobaron que su apoyo solo sirvió para avanzar en una carrera política que luego vendió al mejor postor: el PSC del amnistiador Salvador Illa, siempre deseoso de pescar ‘talento’ para construir su casa grande del catalanismo.
Como buen converso, Viñuales practica un férreo cordón de silencio hacia los activistas constitucionalistas que antaño apoyó. Sus nuevos amos del PSC solo quieren a la ‘sociedad civil’ que controlan: la que se calla ante su complicidad con los partidos separatistas, la que asiente ante su adhesión al fanatismo de las entidades que buscan erradicar el español como lengua de uso social, comercial o educativo.
Por eso, el alcalde de Tarragona hace el vacío a actos como el del Día de la Constitución: porque los organizadores son los que luchan contra todo lo que él representa —el arribismo y la total falta de principios éticos en política—. Seguro que disfruta mucho siendo primer edil: ha ‘triunfado’ con un cambio de chaqueta monumental. Lástima que haya tomado el pelo durante demasiados años a muchos votantes que pensaban que era un tipo cabal que plantaba cara al fanatismo nacionalista. Por desgracia, son muchos los Viñuales que contribuyen a diario a que el separatismo siga avanzando en sus objetivos políticos.
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