Opinión

El adiós de Jaime Botín y de una manera de hacer banca

Con el fallecimiento de Jaime Botín desaparece una generación de banqueros a la antigua usanza, que no quiere decir que no fuesen innovadores, sino que, precisamente por ser tradicionales, siempre trataban de incorporar los más modernos enfoques de gestión a sus entidades financieras.

Emilio y Jaime Botín-Sanz de Sautuola García de los Ríos fueron los dos representantes de esa generación en banca que, preservando la tradición y el control familiar, impulsaron el crecimiento del sector a través del desarrollo de su entidad.

Así, Emilio Botín consiguió que el más pequeño de los siete grandes bancos, que a finales de los años setenta y durante la primera parte de los años ochenta del siglo pasado se reunían para pactar precios de activo y pasivo, se convirtiese en el mayor de todos ellos, uno de los principales de Europa. Absorbió a otros cuatro competidores de esos siete a partir de una estrategia comercial que tuvo su origen en la supercuenta Santander y que descolocó al resto de entidades, introduciendo una competencia feroz en el sector.

Del mismo modo, Santander fue pionero en la banca telefónica y online, con Patagon -después llamado Openbank- y con todo su desarrollo de banca por Internet, que fue de las más desarrolladas de todas las entidades españolas. Todo ello sucedió con los hermanos Emilio y Jaime Botín llevando las riendas de la entidad, como presidente y vicepresidente primero, respectivamente.

Y Jaime Botín, además, dejó una profunda impronta en su gran creación, Bankinter, que ha llegado a ser una entidad muy especializada, generalista, pero más que un nicho de mercado de clientes, muy digital y más personal, siendo una de las más rentables, capitalizadas y saneadas.

Habrá quien simpatice más con ellos y quien simpatice menos, pero todos tendrán que concederles a los dos que revolucionaron la banca española desde la tradición y el mantenimiento de una saga familiar de relevancia para España y para Santander, desde el arte y el descubrimiento de las Cuevas de Altamira hasta el impulso de una entidad financiera a nivel nacional e internacional, hasta en materia deportiva.

Ahora, Ana Botín prosigue con el legado de sus familiares, especialmente con el más reciente de su padre y de su tío, tratando de mantener ese carácter tradicional y familiar en un banco que es internacional y que debe seguir en la vanguardia financiera en todo momento. No obstante, con Jaime Botín desaparece una generación irrepetible en esta saga familiar, tan importante para el sector bancario español. Descanse en paz.