El adiós de Iván Espinosa de los Monteros
Resulta paradójico que mientras los hermanos políticos en Europa de Vox están que se salen, aquí el partido de Santiago Abascal capota. No conozco las entrañas de lo que la izquierda llama «ultraderecha», pero algunas informaciones me llegan.
Antes que nada quiero escribir y escribo que desde mi modesto y objetivo entender la marcha de Iván Espinosa de los Monteros va a suponer un durísimo golpe para el partido a la derecha del PP. Espinosa es un liberal puro, extraordinariamente preparado y brillante parlamentario. Las «razones personales» esgrimidas son claramente insuficientes y difíciles de creer.
Señalan esas fuentes que Vox se ha convertido en un partido que se va cargando, uno tras otro, a todo aquel dirigente que desea cambios de actitud en una formación que todavía cuenta con muchos apoyos en las urnas. Iván es de los escasos dirigentes –hay que recordar que fue uno de los fundadores del partido- que solía argumentar con argumentos, precisamente, y casi siempre estuvo alejado del exabrupto.
Dotado de una gran formación en un vasto campo de conocimientos, su marcha es una pérdida irreparable; no me extrañaría nada que pasado un tiempo recalara en el PP, por lo visto y lo demás, su sitio natural, como lo hizo su padre. Nadie podrá olvidar sus debates con la vicepresidenta Calviño, que sólo podía responder con insultos y palabras gruesas a los hechos y datos incontestables del madrileño. A un liberal como Iván comprendo que le resulta difícil la convivencia política con aquellos que son todo menos eso.
Sinceramente, creo que detrás de algunas discrepancias mantenidas con él durante los últimos años, su marcha empobrece la escuálida vida política española en un marco de pobreza intelectual y técnica realmente galopante.