Un ministro demasiado diplomático

Un ministro demasiado diplomático

El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, era un alto funcionario, perteneciente al cuerpo diplomático, experto en asuntos europeos, amigo íntimo del cuñado de Rajoy, el eurodiputado Francisco Millán, al que por su gran influencia todos llaman el cuñadísimo. Ejercía como Embajador Representante Permanente de España ante la Unión Europea, con un perfil totalmente técnico, sin experiencia política. Los que le conocen le describen como un hombre prudente, modesto y reservado, todo lo contrario del muchas veces poco diplomático García-Margallo, a quien sustituyó. Aparentemente dispone del currículum del perfecto asesor diplomático para gestionar el Brexit, pero quizá no del más adecuado para ponerle al frente de una cartera en la que representa al Consejo de Ministros en todo tipo de asuntos internacionales. 

Empezó mal en su estreno en el Congreso de los Diputados al afirmar, respecto la emigración de nuestros jóvenes, que «irse fuera a vivir, a trabajar, enriquece, abre la mente, fortalece habilidades sociales». No llevaba aún tres meses en el Ministerio, vacaciones de Navidad por medio, cuando nos sorprendió desagradablemente diciendo que veía “respetable y legítimo” que Puigdemont defendiera su referéndum en la Eurocámara; alegando que “en Europa se defiende la libertad de expresión y es legítimo que cada uno defienda su visión política”. Declaraciones que chocaron frontalmente con la posición mantenida por el Gobierno respecto a la ilegal consulta secesionista catalana. La semana pasada Dastis se mostró titubeante sobre el golpe de Maduro en Venezuela, cuando el Tribunal Supremo por él manejado suspendió las funciones de la Asamblea Nacional en manos de la oposición. Preguntado acerca de la cuestión respondió que le sonaba “un poco raro” y que “no es una decisión tranquilizadora”, pero ni siquiera condenó el golpe. Hoy Dastis sigue apoyando la ‘mediación’ de Zapatero en Venezuela porque dice «nunca está de más»; pese a que el expresidente se niegue a decir que Leopoldo López es un preso político y sea rechazado por la oposición democrática venezolana. 

El pasado fin de semana ha sostenido, contradiciendo incluso a Rajoy, que “de entrada” España no vetaría la entrada de una hipotética Escocia independiente en la Unión Europea. Aunque matizó diciendo que no ve “con buenos ojos” que ningún estado inicie “procesos de fragmentación”. Él piensa que tras el Brexit se aprobaría la adhesión de Escocia al bloque, aduciendo que el escocés es un «referéndum de acuerdo con las leyes”, por lo que no hay “comparación” posible. Inmediatamente Puigdemont, aprovechó el error del Ministro para reivindicar la vía escocesa para Cataluña, asegurando que “lo que vale para Escocia vale para Cataluña”. Y la última hasta hoy ha sido su tibia respuesta al exlíder conservador británico, Michael Howard, quien ha asegurado que el Reino Unido podría ir a la guerra, como hizo en las Malvinas, para proteger a los gibraltareños. A lo que Dastis ha contestado diciendo que “alguien en Reino Unido está perdiendo los nervios, pero no hay ninguna base para ello». Y ya. 

Mariano Rajoy debería dejar de ejercer de gallego y desautorizar públicamente tanto desatino. Con sus titubeos, con sus silencios y con sus declaraciones, Dastis contradice al presidente del Gobierno y perjudica los intereses de España. El ministro debe dejar ya de ser un buen diplomático y aprender que tanto lo que dice como lo que deja de decir será analizado por todos en clave política. El Dastis diplomático podía ser el hombre que, como dijo Winston Churchill, “primero piensa dos veces y finalmente no dice nada”, pero eso ya no le sirve, debe comenzar a hacer política. El amigo del cuñadísimo no ha entrado con buen pie en el Ministerio, o aprende pronto o deberá marcharse.

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