Pagar con tarjeta para limpiar el mar: así funciona la revolución de B100 contra los microplásticos
En el mundo actual, donde el impacto medioambiental de nuestras decisiones se mide a escala global, cada pequeño gesto cuenta. Y entre ellos, pocos son tan frecuentes -y aparentemente inofensivos- como pagar con tarjeta. ¿Y si es simple gesto se convirtiera en una herramienta real de transformación ecológica? ¿Y si cada vez que compramos un café, ayudamos a limpiar el Mediterráneo de redes de pesca abandonadas?
La nueva propuesta de B100, el banco 100% digital impulsado por ABANCA, responde exactamente a esa lógica: una banca comprometida con el planeta, que convierte cada pago en una microacción positiva. Su producto estrella, la tarjeta VISA ‘Pay to Save’, no sólo es gratuita y cómoda de usar. También tiene un propósito: retirar plástico del mar con cada compra que realizas.
La tarjeta que limpia los océanos
El concepto es tan sencillo como potente. Cada vez que usas tu tarjeta ‘Pay to Save’, B100 dona el 25% de los ingresos que obtiene de esa transacción al proyecto Gravity Wave, una organización española especializada en recoger, transformar y rastrear residuos plásticos del mar, especialmente redes de pesca abandonadas.
Este tipo de residuos, conocidos como aparejos fantasmas, representan cerca del 10% del total de plásticos que cada año contaminan los océanos. Al romperse o abandonarse, siguen atrapando fauna marina durante décadas. Retirarlos a tiempo significa salvar ecosistemas enteros.
Además, toda la trazabilidad del proceso -desde la recogida hasta el reciclaje- está auditada con tecnología blockchain, lo que permite a B100 ofrecer transparencia absoluta: puedes consultar en su app cuántos gramos de plástico se han retirado gracias a tu pago, y saber exactamente dónde, cuándo y cómo ha sucedido.
Sin coste para ti, con gran impacto para todos
Una de las características más llamativas de esta tarjeta es que no tiene comisiones. Ni por emisión, ni por mantenimientos, ni siquiera por cambio de divisa en el extranjero. Esto la convierte en una opción especialmente útil para quienes viajan, ya que pueden usarla en cualquier país sin preocuparse por sobrecostes ocultos.
Además, se entrega en dos versiones: física, fabricada con plástico reciclado, y digital, integrada en Google Pay y Apple Pay para pagos contactless desde el primer día.
Pero lo verdaderamente diferencial, es su vocación ambiental sin coste añadido para el usuario. El dinero donado proviene de lo que se conoce como tasa de intercambio (lo que los comercios pagan al banco por permitir pagos con tarjeta). En lugar de embolsárselo, B100 lo reinvierte en el planeta.
Tecnología al servicio de la acción
La tarjeta ‘Pay to Save’ es mucho más que una idea simpática o una acción de green marketing. Es parte de una infraestructura completa que B100 ha diseñado para facilitar la vida de sus usuarios y su compromiso ambiental.
Desde la app puedes:
- Activar o bloquear tu tarjeta con un solo toque.
- Controlar tus límites de gasto
- Crear tarjetas virtuales de un solo uso, ideales para compras online seguras.
- Y, por supuesto, consultar el impacto ambiental de tus pagos: cada transacción te muestra cuántos gramos de plástico ha ayudado a retirar del mar.
Esta lógica de microimpacto rastreable refuerza la confianza y la implicación del usuario. Porque, al final, la transparencia es el nuevo lujo bancario.
El mar: origen, presente y futuro de la vida
El motivo detrás de esta apuesta es claro: el mar importa. Y no sólo por su belleza o valor recreativo. Los océanos son los pulmones del planeta, generan más de la mitad del oxígeno que respiramos y absorben gran parte del dióxido de carbono que emitimos.
Además, la llamada economía azul (pesca, transporte marítimo, turismo costero) representa más de 1,5 billones de dólares anuales. Y casi la mitad de la población mundial vive a menos de 200 km del mar.
Pero todo este equilibrio está en riesgo. El plástico representa el 85% de los residuos marinos. Desde bolsas y envases, hasta microplásticos invisibles, la contaminación se extiende por todo el planeta. El daño es profundo y multifacético: afecta a la fauna, al clima, al abastecimiento alimentario y, en última instancia, a nuestra salud.
En este contexto, B100 decidió actuar donde más se necesita, donde el problema es más grave, más urgente y más global.
Gravity Wave: pescadores de plástico y economía circular
El proyecto Gravity Wave no se limita a recoger residuos del mar. También los transforma en nuevos materiales y productos, cerrando así el ciclo de contaminación y creando un modelo sostenible. Su enfoque involucra a pescadores tradicionales, cofradías locales y empresas privadas, construyendo una red de agentes comprometidos con la regeneración de los ecosistemas marinos.
Su trabajo llega a más de 76 puertos del Atlántico y el Mediterráneo, y cada kilo recogido está documentado y verificado. Gracias a la colaboración con Keep Sea Blue, una entidad internacional basada en Atenas, cada acción queda registrada en blockchain. No hay un espacio para el greenwashing.
El resultado es un modelo de impacto real, escalable y replicable. B100 ha apostado por él como socio estratégico porque cumple con los estándares más altos de sostenibilidad y trazabilidad.
De la conciencia a la acción (y sin moverte de casa)
El plástico es omnipresente: desde el teclado con el que escribimos hasta la nutella que hemos reciclado esta mañana. Cada año producimos 430 millones de toneladas. Muchas acaban mal gestionadas, y una parte importante termina en los mares. En forma de redes abandonadas, microplásticos o incluso nanoplásticos que entran en la cadena alimentaria. Sabemos el problema. Sabemos el riesgo. Y, ahora, tenemos formas concretas de actuar.
Lo más notable de la propuesta de B100 es que no exige grandes gestos, ni inversiones, ni cambios radicales de estilo de vida. Sólo requiere que, la próxima vez que vayas a pagar algo, uses tu tarjeta ‘Pay to Save’. Así, sin darte cuenta, estarás colaborando en retirar plástico del mar.
Es un modelo de sostenibilidad inteligente, sin fricciones para el usuario, pero con un impacto que puede ser medido, trazado y compartido.
¿El futuro de la banca? Tener propósito
B100 no es un banco más. Es una iniciativa nacida con la intención de ser útil al planeta, no sólo a sus clientes. Sus productos, como la tarjeta ‘Pay to Save’, son la prueba de que la banca también puede ser parte de la solución ambiental, y no sólo del problema financiero.
En un mundo saturado de palabras bonitas, la acción concreta y rastreable es revolucionaria. Y en un tiempo en que cada compra cuenta, tener una tarjeta que también cuida del planeta es una forma de marcar la diferencia.
El mar empieza aquí
No es una metáfora. El mar empieza en cada una de nuestras decisiones. Y si somos capaces de usar nuestra capacidad de consumo como herramienta de transformación, también podremos limpiar ese 85% de residuos plásticos que hoy amenazan los océanos.
Con cada compra, se dice algo. Y con B100, ese mensaje se convierte en acción: gramo a gramo, kilo a kilo, ola a ola.
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