La etapa reina del Tour en peligro: piden evitar el Alpe d’Huez para no dañar a especies protegidas
Matthieu Stelvio lidera una campaña que ya suma 6.000 firmas contra el paso por el Col de Sarenne
El activista advierte que el Tour transformará un santuario natural en "el mayor estadio del mundo"
Una batalla épica por la supervivencia de la fauna salvaje alpina enfrenta al Tour de Francia 2026 con Matthieu Stelvio, ciclista y defensor de los espacios salvajes, un amante de la naturaleza que libra su segunda cruzada contra los organizadores de la ronda gala.
Su objetivo se centra en impedir que la etapa reina del Tour por Alpe d’Huez no impacte en la vida de especies únicas que habitan el Col de Sarenne. La petición lanzada por Stelvio en octubre ha reunido ya 6.346 firmas en la plataforma Change.org, una denuncia colectiva que recrimina los planes de ASO, la empresa organizadora del Tour.
La jornada del 25 de julio de 2026, etapa número 20, amenaza con transformar uno de los últimos santuarios naturales de los Alpes franceses en lo que el activista describe como «el mayor estadio del mundo». La etapa 20, considerada la más brutal de la historia reciente del ciclismo con 5.600 metros de desnivel, culminará en el mítico Alpe d’Huez tras ascender el Col de Sarenne por primera vez en la historia del Tour.
Una guerra de trece años
La determinación de Matthieu Stelvio no es nueva. En 2013, cuando el Tour descendió por primera vez esta carretera dedicada al pastoreo, el ciclista y escritor ambiental movilizó a 12.000 personas contra el paso de la caravana.
Matthieu escribió una carta abierta al director del Tour, Christian Prudhomme. Nunca obtuvo respuesta. El silencio de ASO (Amaury Sport Organisation) no hizo más que fortalecer su convicción: los organizadores, según denuncia, «se burlan de la naturaleza» y priorizan un espectáculo y un negocio por encima de la conservación de ecosistemas únicos en Europa.
Ahora, 13 años después, el desafío es exponencialmente mayor. La etapa reina del Tour 2026 no sólo atravesará el Col de Sarenne de 1.999 metros de altitud, sino que lo convertirá en el escenario de la batalla decisiva por el maillot amarillo.
Tras ascender el Col de la Croix de Fer, el Télégraphe y el Galibier —el techo del Tour a 2.642 metros—, los ciclistas afrontarán los 12,8 kilómetros del Sarenne antes de completar las últimas cuatro curvas del Alpe d’Huez. Una jornada que, según el experto Cadel Evans, podría ser «la más dura de la historia del ciclismo moderno». Una etapa que también será «dura» para las inmerables especies que allí habitan.
El santuario amenazado
El Col de Sarenne no es una carretera cualquiera. Cerrada ocho meses al año, esta ruta de pastoreo de velocidad limitada a 20 km/h serpentea por el salvaje valle del Ferrand, un territorio donde el Conservatoire Botanique National Alpin ha catalogado una «diversidad faunística remarcable».
Marmotas, zorros, rebecos, águilas reales y mustélidos comparten este espacio con especies cuya supervivencia pende de un hilo: los gallos lira, las perdices griegas y los lagopodos alpinos, tres gallináceos incluidos en la lista roja de especies amenazadas de la UICN.
La sincronización de la carrera con los ciclos de vida de estas aves es, en palabras de Stelvio, refrenda que es «imposible encontrar un momento peor». Los tres gallináceos anidan en el suelo y sus polluelos nacen precisamente en julio, cuando cientos de miles de espectadores podrían invadir sus territorios de cría.
El 75% de los polluelos de quebrantahuesos (el mayor rapaz de Europa, en peligro de extinción en Francia, con sólo 18 crías supervivientes en 2025 en los Alpes franceses) no sobrevivió este año en el macizo de Écrins. Los helicópteros que sobrevolarán la zona para retransmitir el espectáculo son, según estudios científicos, la primera causa de fracaso reproductivo de esta especie crítica.
Doble amenaza ciclista
La presión sobre el ecosistema no se limitará a un único día. Seis jornadas antes del paso del pelotón profesional, 16.000 ciclistas aficionados recorrerán la misma ruta en L’Étape du Tour, la marcha cicloturista que replica la etapa reina.
«Como en 2013, la masificación de Sarenne podría durar varias semanas, amplificando el deterioro de una fauna preciosa y vulnerable», advierte el activista en su manifiesto. La flora tampoco escapa a la amenaza: la petición documenta que la carretera pasa a pocos metros de una zona húmeda protegida por administración administrativa, un biotopo frágil donde está prohibida cualquier manifestación deportiva.
El Conservatoire Botanique califica la valle del Ferrand como «una de las regiones más ricas de Francia en el plano botánico». Plantas raras y endémicas que han sobrevivido milenios podrían ser pisoteadas por multitudes equivalentes, según los cálculos de Stelvio, a «10 estadioz de France llenos».
Las imágenes del Tour 2013 aún resuenan: trabajos de acondicionamiento transformaron pasos de vados en pequeños puentes, infraestructuras que posteriormente incentivaron el turismo motorizado en detrimento de la tranquilidad del hábitat salvaje.
David contra un Goliat corporativo
Matthieu Stelvio personifica la resistencia de lo pequeño contra los poderosos. Ciclista apasionado de los grandes espacios salvajes, defensor de cabras y gallos salvajes, este activista de 40 años ha convertido su blog Le bruit du vent (El ruido del viento) en un bastión digital contra lo que considera «la impostura del Tour».
Su crítica es radical: ¿cómo creer que una empresa que gestiona eventos como el Rally Dakar puede preocuparse genuinamente por la fauna salvaje? El hecho de que TotalEnergies sea patrocinador oficial del Tour 2026 refuerza, en su argumentación, el conflicto de intereses entre espectáculo deportivo y preservación medioambiental.
El activista identifica además una amenaza a largo plazo: los intereses financieros, que buscan expandir el dominio esquiable de Alpe d’Huez, codician el territorio de Sarenne.
El paso del Tour podría ser, advierte, «el segundo escalón hacia una asfaltado masivo» de uno de los últimos espacios vírgenes de los Alpes. En 1952, cuando Fausto Coppi conquistó por primera vez el Alpe d’Huez, la estación era un pequeño pueblo entre marmotas y pastores. Setenta años después, «tentáculos de acero» cubren el macizo, y la estación organiza festivales de música electrónica en plena montaña sin consideración alguna por la quietud natural.
¿Cambiará algo esta vez?
En estos más de 12 años la Francia de 2025 no es la de 2013. La conciencia ecológica ha crecido exponencialmente, las redes sociales amplifican las voces disidentes, y los medios internacionales se han hecho eco de la campaña.
Cycling Weekly, Cyclingnews, Road.cc y CyclismActu han reportado la petición, mientras France Inter dedicó un programa a la controversia. ASO guarda silencio oficial, pero la presión mediática aumenta cada día. La pregunta que resuena en los Alpes es contundente: ¿vale la pena sacrificar un ecosistema único por un día de espectáculo deportivo?
Adoptar una alternativa
Stelvio lo tiene claro. Su mantra es inequívoco: «La nature n´est pas un stade» (la naturaleza no es un estadio). Su petición exige no sólo cancelar el paso por el Col de Sarenne, sino también bloquear los trabajos de acondicionamiento que inevitablemente se realizarían para la carrera.
Este amante del deporte y de la naturaleza no sólo denuncia y quiere anular la etapa reina, también propone alternativas: la montée salvaje de Sarenne podría sustituirse por un paso a Villard-Reculas, manteniendo la épica del Alpe d’Huez sin devastar un santuario natural.
ASO, sin embargo, permanece muda. ¿Repetirá la historia del silencio de 2013, o esta vez la marea verde de 6.000 firmas, y subiendo, logrará torcer el rumbo del Tour más esperado de la década? La nueva batalla de Matthieu Stelvio por la conservación de la naturaleza apenas ha comenzado.
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