Ferrari FXX K: al límite en Imola

Lo que hace tener dinero, amigos. Siempre se dice que los billetes no dan la felicidad. Pero yo no he visto a ningún ser humano que esté triste al volante de un Ferrari. Y para tener un Ferrari hay que tener mucha pasta. Y si ya hablamos del Ferrari FXX K, nos podemos caer de la silla. Hasta 2,5 millones de euros hay que desembolsar para poder disfrutar de esta joya italiana en el garaje de nuestra casa.

Como Ferrari no puede permitirse dar algo a sus clientes que no sea lo mejor, está sometiendo a todos los FXX K a intensas jornadas de pruebas en uno de los templos de la velocidad italianos. El circuito de Imola, que durante años albergó el Gran Premio de San Marino de Fórmula 1. ¿Y por qué te contamos esto? Porque tenemos el vídeo que lo muestra. Aquí lo tienes.

El Ferrari FXX K, de pruebas en Imola

Impresionante, ¿verdad? No puede ser menos cuando estamos hablando de un espectacular deportivo dotado de un motor V12 de 6,3 litros y 860 CV, que trabaja acoplado a un motor eléctrico capaz de disparar la potencia del conjunto hasta los 1.050 CV. Estamos hablando de una potencia brutal, casi tanto como el sonido que emite la mecánica transalpina. Ya podría tomar nota la Fórmula 1. Es posible crear híbridos que pongan la piel de gallina.

Pero si hay algo más especial en esta prueba que el propio Ferrari FXX K, es el escenario donde tiene lugar. El circuito de Imola se hizo célebre el día 1 de mayo de 1994. En aquella fecha murió el mito más grande que ha conocido la Fórmula 1 en su historia, Ayrton Senna. El brasileño encabezaba la carrera cuando, aún de forma inexplicable, acabó estampándose contra el muro de la curva de Tamburello -viraje que desde entonces fue reformado siendo sustituido por una chicane-. La mala suerte hizo que una barra de la suspensión de su Williams Renault impactase contra el casco del brasileño, causándole heridas mortales de necesidad. Ni un hueso roto en el accidente. Pura mala suerte.

Aquel dramático final fue el colofón a uno de los fines de semana más trágicos que recuerda la Fórmula 1, ya que un día antes había perdido la vida el austriaco Roland Ratzenberger al volante de un Simtek Ford. El piloto vio como su alerón delantero se desprendió a más de 300 kilómetros por hora, impidiendo el giro en la curva que seguía a Tamburello. Ésta se tomaba sin mayor problema a fondo, pero la falta de apoyo aerodinámico provocó el fatal accidente. El impacto frontal provocó una sacudida de tal virulencia en la cabeza de Ratzenberger que su muerte se produjo de forma instantánea.

¿Y por qué nos marcamos esta clase de historia en un artículo donde el protagonista es el Ferrari FXX K? Ni el que escribe lo sabe. Pero es hablar del circuito de Imola y venir a la cabeza un millón de recuerdos sobre ruedas. Y es que este mundo es una pasión. Se mire por donde se mire.