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Este viernes, 29 de septiembre de 2023, es una fecha muy importante para todos los propietarios de mascotas porque entra en vigor la nueva Ley de Bienestar Animal. Sin embargo, lo hace a medio gas porque el Gobierno en funciones no puede aprobar algunos reglamentos, como los referidos al seguro de responsabilidad civil para perros y al curso de tenencia de perros. Ahora bien, hay otras medidas que sí son válidas desde hoy, como la prohibición de ponerle a los perros determinados collares.
Prohibidos los collares eléctricos y de impulsos para perros
El artículo ‘Prohibiciones específicas respecto de los animales de compañía’, apartado ñ) de la Ley 7/2023, de 28 de marzo, establece lo siguiente: «Se prohíbe el uso de cualquier herramienta de manejo que pueda causar lesiones al animal, en particular collares eléctricos, de impulsos, de castigo o de ahogo».
Son accesorios que emiten descargas o vibraciones ante aquellos comportamientos caninos que resultan molestos, como los ladridos, por ejemplo. Sin embargo, los especialistas no recomiendan su uso porque pueden producir daños en el cuello de los perros, además de causarles miedo, estrés y ansiedad.
El Grupo de Medicina del Comportamiento (GEMCA) de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) ha elaborado un texto detallando cuáles son los riesgos y problemas asociados al uso de estos collares.
En primer lugar, los veterinarios advierten de los problemas relacionados con los impulsos eléctricos. La elección del nivel adecuado de estimulación eléctrica tiene que ser suficiente para lograr el efecto deseado, pero no excesivo. A esto hay que sumar que la intensidad de la descarga puede variar notablemente en función de la frecuencia de aplicación.
Una de las consecuencias más significativas del uso de collares eléctricos y de impulsos en los perros es el estrés que se manifiesta a corto y largo plazo. La experiencia dolorosa asociada con los collares puede hacer que asocien el dolor con ciertas situaciones, personas u objetos. Esto puede provocar miedo y ansiedad, lo que puede resultar en problemas de comportamiento más graves.
Los perros pueden no entender la conexión entre su comportamiento y la sensación dolorosa del collar eléctrico, lo que les genera mucha confusión y estrés. Esto puede dificultar el proceso de aprendizaje y empeorar su comportamiento.
Y, por último, cabe señalar que, en manos equivocadas, estos dispositivos pueden ser mal utilizados y causar un daños significativos a lo canes. Algunas personas pueden abusar de la capacidad del collar para infligir dolor, lo que puede resultar en lesiones físicas y emocionales para los animales.
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