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Esto es lo que siente tu gato cuando le cambias la arena, según los expertos

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Los gatos viven la mayor parte de su vida dentro del hogar, y cada rincón adquiere un valor para ellos. Entre todos esos lugares, hay uno que destaca por su importancia: la caja de arena. Aunque para nosotros pueda parecer un simple accesorio de limpieza, para un gato representa mucho más. Es su lugar privado, un punto de referencia olfativa, una parte crucialde su rutina y un espacio donde se siente seguros. Por eso, cuando se cambia la arena habitual, puede provocar en el gato reacciones que no siempre entendemos de inmediato.

Cambiar la arena no es una simple cuestión de higiene o comodidad. Para el animal, implica una directa en su entorno emocional y territorial. De hecho, muchos dueños se sorprenden al ver que su gato empieza a comportarse de forma diferente tras este cambio, desde evitar la caja hasta mostrar signos de estrés. Comprender por qué ocurre esto es el primer paso para adaptar el entorno de forma respetuosa con sus necesidades y evitar que se convierta en un problema mayor.

¿Qué siente el gato cuando le cambias la arena?

Uno de los aspectos clave que explica esta sensibilidad es el desarrollado sentido del olfato de los gatos. Ellos perciben olores que nosotros no notamos, y cualquier variación, por mínima que parezca, puede alterar su percepción del entorno. Cuando se cambia la arena, el nuevo olor que desprende puede resultar extraño o incluso desagradable para el gato. Esto puede traducirse en un rechazo a usar la caja, simplemente porque ya no la reconoce como propia.

Además la rutina les aporta seguridad y estabilidad emocional. Un cambio en la textura de la arena, en su composición o incluso en la profundidad habitual, puede ser suficiente para hacer que el gato sienta que su espacio ha sido alterado. Y cuando algo cambia en su rutina sin previo aviso, suelen reaccionar con rechazo.

Otra cuestión a tener en cuenta es que, igual que nosotros tenemos preferencias personales, los gatos también. Algunos prefieren arenas finas, otros las aglomerantes, y hay quienes rechazan las perfumadas. Esto puede variar incluso entre gatos que conviven en el mismo hogar. Por eso, cambiar a una arena con una textura o aroma diferente puede provocar que el animal deje de usarla.

También hay que considerar las asociaciones negativas. Si el cambio de arena coincide con otras situaciones estresantes, como una mudanza, la llegada de otro animal o incluso una limpieza agresiva de su caja, el gato puede asociar la nueva arena con esa experiencia desagradable. Esto puede derivar en un rechazo permanente hacia ese tipo de arena, independientemente de sus características.

Signos de alerta

En cuanto al comportamiento, los gatos que no se adaptan bien al cambio de arena pueden mostrar varias señales de incomodidad. Una de las más comunes es evitar completamente la caja, buscando otros rincones para hacer sus necesidades, como alfombras, camas o cualquier lugar que les parezca más seguro. Otros gatos, en un intento de reafirmar su control sobre el entorno, pueden comenzar a marcar con orina u otros comportamientos similares fuera de la caja.

También pueden aparecer signos de estrés o ansiedad: maullidos fuera de lo habitual, cambios en el apetito, agresividad inesperada o letargo. En casos más extremos, el estrés sostenido puede derivar en problemas de salud como cistitis idiopática, una condición dolorosa que afecta el sistema urinario del gato y que a menudo se desencadena por factores emocionales.

Consejos prácticos

Entonces, ¿qué se puede hacer para facilitar la transición hacia un nuevo tipo de arena sin afectar el bienestar del gato? La clave está en la paciencia y en una transición gradual. Lo ideal es mezclar la nueva arena con la antigua, empezando por una proporción pequeña (por ejemplo, 25% de arena nueva y 75% de la anterior), y aumentar poco a poco esa proporción a lo largo de varios días. De este modo, el gato se va acostumbrando al nuevo olor y textura sin un cambio brusco.

Otro aspecto fundamental es mantener la caja siempre limpia. Los gatos son extremadamente exigentes con la higiene, y una caja sucia puede ser motivo suficiente para evitarla, independientemente del tipo de arena que contenga. Limpiar los desechos diariamente y renovar la arena con frecuencia ayuda a mantener la aceptación.

La ubicación de la caja dentro del hogar también juega un papel clave. Debe estar en un lugar tranquilo, sin mucho tránsito de personas ni ruidos fuertes. Si el entorno donde se encuentra la caja ya es estresante, cualquier cambio se percibirá de forma aún más negativa. Además, es recomendable evitar mover la caja de lugar durante el proceso de cambio de arena para no introducir dos alteraciones simultáneas.

Si tras varios intentos el gato sigue rechazando la nueva arena o muestra signos persistentes de malestar, puede ser necesario consultar con un veterinario o un etólogo felino.