Dependencia emocional en los perros
El riesgo de humanización excesiva está entre nuestras mascotas. Es peligroso caer en lo que se llama dependencia emocional en perros. ¿En qué consiste?
La dependencia emocional en los perros puede convertirse en un problema. Acostumbrar mal a la mascota a nuestra presencia puede derivar en un síndrome de ansiedad por separación, con consecuencias imprevisibles. Los canes son seres sociales por naturaleza, les gusta ser parte de un grupo. Pero si dedicamos mucho tiempo a sobreprotegerlos les crearemos una visión distorsionada de lo que es el mundo. No sabrán defenderse, dependerán de nosotros en todos los aspectos y no sabrán enfrentar la vida solos. Incluso la convivencia con otros seres de su misma especie será complicada.
No solo las mascotas resultan afectadas, los dueños también. Esa dependencia emocional se convierte en un sentimiento muy fuerte, que va más allá de un simple nerviosismo. El perro sufre cuando está solo, siente un gran estrés. Su amo se preocupa, al punto que su estilo de vida puede cambiar.
Si el dueño también busca suplir sus carencias a través del cariño de la mascota el problema aumenta. Se trata de una dependencia emocional mutua, que les impide tolerar la soledad aunque sea por minutos.
Causas de la dependencia emocional en perros
Este es un problema que surge básicamente de una mala educación. Acostumbramos al perro a nuestra presencia, a no desenvolverse solo pues todo se lo hacemos. No lo dejamos socializar lo suficiente cuando es cachorro y de adulto ya no sabe cómo desenvolverse.
En la práctica, encerramos al animal en una especie de burbuja, aislado por completo. Para él lo normal será que su dueño o alguien de la familia esté con él todo el día. Cuando eso no sucede llegan los problemas
Los perros sobreprotegidos tienen poca confianza en ellos mismos. Carecen de habilidades para socializar, pueden volverse agresivos y hasta enfermar por el estrés.
Los riesgos derivados de la dependencia emocional
Los perros así educados, cuando su dueño se ausenta, pueden ladrar, morder los muebles u orinarse encima de ellos. También lloran y aúllan. Cuando su amo regresa son excesivamente efusivos, brincan, saltan, gimen y exigen cariño.
Ante una situación de dependencia emocional como esta, lo ideal es poner límites. No podemos quedarnos todo el tiempo en casa, pero tampoco podemos culpar al perro de experimentar estas sensaciones.
Lo ideal es que seamos firmes desde el principio, sin doblegarnos para evitar manipulaciones. Cuando el perro llore debemos esperar a que se calme para regresar. Recompensarlo cuando deje de llorar es otra opción, así como ofrecerle juguetes y enseñarle actividades que lo entretengan mientras no estamos.
Esta dependencia emocional en los perros puede ser muy nociva. Si notas que tu can tiene algo parecido a esta situación, pon remedio de inmediato. Es la única manera que tienes de retornar a una relación sana, de cariño y amistad, con tu mascota.
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