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El aviso de un veterinario a los dueños de los gatos: «No te acerques»

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Los gatos son uno de los animales más queridos y populares del mundo, bien conocidos por su carácter enigmático e independiente. Sin embargo, muchos dueños siguen cometiendo un error básico al interactuar con ellos, tal y como alertan los veterinarios y los etólogos felinos: tratar de forzar el contacto. El mensaje de los expertos es claro y contundente: «lo ideal es que pases del gato. Dejarlo, no acercarte a él y dejar que sea él gato el que decida si se quiere acercar o no, y en qué momento quiere hacerlo». Aunque pueda sonar exagerado, detrás de esa frase hay una razón de peso: los gatos necesitan sentirse seguros antes de permitir que alguien se acerque a ellos.

«Cuando un gato se siente observado o perseguido, su reacción natural es la defensa o la huida. Si una persona invade su espacio, el gato lo interpreta como una amenaza». A diferencia de los perros, que evolucionaron en manadas, los gatos proceden de antepasados con un carácter solitario. Por eso, cuando conocen a alguien, necesitan tiempo para evaluar si la presencia es segura. «El gato observa, huele, analiza los movimientos y sonidos. Hasta que no percibe tranquilidad y respeto, no se relajará. Forzar el contacto es contraproducente».

El lenguaje del gato: señales que muchas personas no ven

Una de las principales razones por las que se producen malentendidos entre los dueños y sus gatos es la comunicación. Su lenguaje corporal es muy sutil, casi imperceptible. «Un gato que aparta la mirada, mueve la cola rápido o se relame no está pidiendo caricias. Está mostrando incomodidad. Cuando alguien no respeta esas señales y sigue intentando tocarlo, el gato responde como lo haría con otro gato invasor: con un zarpazo o un bufido», advierten los expertos.

Muchos dueños interpretan el bufido o el arañazo como una muestra de mal carácter, pero en realidad es la forma que tienen los gatos de establecer límites. No buscan conflictos, sino simplemente mantener el control del entorno. A menudo, se dice que los gatos son «ariscos», pero esa etiqueta proviene de una falta de comprensión. En realidad, la mayoría son sociables y afectuosos, siempre que se les permita decidir cuándo y cómo interactuar.

Errores comunes de los dueños

Aunque cada gato es un mundo y tiene su propia personalidad, hay una serie de errores que conviene evitar para crear una relación de cariño y confianza y, de esta manera, promover una buena convivencia en el hogar:

Cómo ganarse su confianza

Los expertos coinciden en que la mejor forma de ganarse la confianza de un gato es dejar que sea él quien marque el ritmo. «Cuando un gato entra a una habitación, lo primero que hace es evaluar las salidas, los sonidos y las distancias. Si te sientas tranquilo, sin mirarlo directamente, y esperas, tarde o temprano se acercará por curiosidad».

Aunque los gatos viven con humanos desde hace miles de años, su domesticación fue parcial. No fueron seleccionados por docilidad, sino por utilidad para cazar ratones. Eso explica por qué, a diferencia de los perros, conservan una fuerte necesidad de autonomía. «El gato no entiende de jerarquías. No hay líder ni sumiso en su relación con el humano. Por eso, cuando se intenta imponer algo (como cogerlo o acariciarlo sin permiso) lo interpreta como una invasión», explican los veterinarios.

El mensaje de los expertos de no acercarse al gato hasta que él te busque no implica indiferencia, sino que resalta la importancia de respetar la naturaleza y los límites del animal. Tu mascota, al sentirse comprendida, no dudará en devolverte el afecto con un ronroneo o una mirada relajada, entre otros muchos gestos.

Por último, cabe señalar que «el gato no es un perro pequeño. Es un compañero con su propio lenguaje y sus propias reglas. Cuanto antes lo entendamos, mejor será la convivencia». Al final, como dicen los veterinarios, los gatos no son fríos ni distantes: simplemente valoran la libertad.