Innovación pegada a la tierra y desde un pequeño pueblo de Burgos: así compite Calcetines Mingo con los gigantes textiles

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La innovación pegada a la tierra. Este podría ser uno de los mensajes clave que manda al mundo Calcetines Mingo, una compañía de Pradoluengo, una pequeña localidad de 1.200 habitantes ubicada en Burgos, que tiene 120 años de historia y que mira al futuro con ganas y esperanza para seguir en pie, creciendo y contribuyendo a la economía y al empleo local mientras combate la despoblación rural.

Una visión empresarial y comprometida que le ha valido a Calcetines Mingo para alzarse con el premio Pyme del Año de la provincia de Burgos, en la última edición de los Premios Pyme del Año, galardón que otorgan Banco Santander y la Cámara de Comercio con el que reconocen el trabajo de las pequeñas y medianas empresas. Una iniciativa que se enmarca dentro de la apuesta de la entidad financiera por este colectivo, en el que cuenta con  cuatro millones de clientes a los que ayuda en su día a día.

Un negocio familiar con 120 años de historia

José Manuel Mingo, director general de Calcetines Mingo. @SergioGonzález

“Pradoluengo y esta fábrica de calcetines han vivido por y para la industria textil. No recuerdo mi vida sin estar jugando entre sacos de calcetines en la antigua fábrica de mi padre, con las boinas, con los calcetines, etc”, explica sonriente José Manuel Mingo, director general de Calcetines Mingo y cuarta generación que se pone al frente de esta centenaria empresa familiar, mientras expone cómo es innovar desde las zonas rurales y competir con los gigantes textiles.

La fábrica, que hoy está equipada con la maquinaria de fabricación textil más puntera, detalla, fue fundada en 1914 por Avelino de Miguel, el bisabuelo de José Manuel, en un momento en el que la industria textil estaba en auge en Pradoluengo, debido a los recursos naturales de la zona.

En concreto, las fábricas tenían acceso a las fuertes corrientes del río Oropesa, que garantizaban la energía para mover los telares e hilaturas, y también contaban con materias primas como la lana merina, uno de los tejidos más prestigiosos de Europa para los telares durante siglos, ya que procedía de ovejas merinas, una especie ovina que durante siglos sólo se criaba en España y que estaba muy protegida por el Concejo de la Mesta.

Sobre ello, señala José Manuel que, efectivamente, la relación de Pradoluengo con el sector textil se remonta a hace unos 500 años: “De hecho, se encontraron en el Monasterio de San Millán de la Cogolla unos manuscritos de un monje que dejó constancia de las visitas de un tratante que iba a las instalaciones monacales a comprar lana y también a vender paños que había fabricado”.

Escuchar para evolucionar

Ángel Martín, ex empleado de Calcetines Mingo. @SergioGonzález

Pero más allá de la anécdota histórica, lo cierto es que Calcetines Mingo siempre ha sido una empresa que ha estado en constante evolución, no sólo porque han trabajado cada día para ser más eficientes, sino porque además, han mirado y escuchado al mercado para ser cada día más vanguardistas y competitivos.

Mi abuelo siguió con la empresa familiar, pero se enfocó más en las boinas porque en esa época tenían más salida en el mercado, y más tarde, alrededor de los años 70, introdujo de nuevo la fabricación de los calcetines porque comenzaban a estar en auge de nuevo. Hoy nosotros nos dedicamos, sobre todo, a la fabricación del calcetín deportivo de altas prestaciones”, apunta.

Para llegar a esto, desde Calcetines Mingo tuvieron que llevar a cabo una importante inversión en maquinaria e innovación. José Manuel cree, y así lo explica, que la compañía ha pasado por tres revoluciones industriales: “Comencé con máquinas 100% mecánicas, pasamos a las semielectrónicas, y ahora estamos en maquinas que ya sacan el calcetín terminado, cosido punto a punto y sin costuras para que no haga daño cuando se usan”.

El poder de la innovación

Un empleado de Calcetines Mingo trabajando en la confección. @BancoSantander
Un empleado de Calcetines Mingo trabajando en la confección. @SergioGonzález

Para Calcetines Mingo, explica el director general de la compañía, la innovación fue desde el primer momento “una obsesión”. Por eso, lanzaron una de las líneas más novedosas que tienen: FreeWaves by Funstep, calcetines creados con plásticos sacados de los mares.

Aclara, además, que es importante explicar que “los plásticos que hay en los mares no se limpian, se degradan y convierten en microplásticos que cuando se evaporan caen al planeta en forma de lluvia”. Ahora Calcetines Mingo ha puesto su pequeño grano de arena para ser más sostenibles, reciclar y mitigar la huella de carbono: “Hemos apostado fuerte, ahora sólo falta que el mercado nos responda. Es nuestro gesto para ayudar a limpiar el planeta y por cada par de calcetines, FreeWaves se retira en peso una bolsa de plástico del mar”.

El empleo para frenar la despoblación rural

Una escultura en Pradoluengo en honor a la tradición textil del pueblo. @SergioGonzález

En sólo 15 años, Pradoluengo ha visto cómo su población se reducía al 50% y hoy tiene censados un total de 1.200 habitantes. El esplendor de la industria textil que vivió este pequeño pueblo ha ido cayendo de manera gradual en los últimos años debido a la crisis de la industria textil, así como a los nuevos competidores extranjeros, sobre todo los que proceden de Asia, que vienen cargados de productos con los que en muchas ocasiones las pymes españolas no pueden competir en igualdad de condiciones.

La despoblación rural es un fenómeno que, por desgracia, lleva años produciéndose y una de las razones es la falta de oportunidades de empleo para crecer económicamente.

Con los años, como en muchas comarcas españolas, las cosas cambiaron desde el punto de vista industrial y ahora son pocas las fábricas que sobreviven, como es el caso de Calcetines Mingo. Se estima que Pradoluengo produce el 25% del consumo nacional de calcetines, es decir, uno de cada cuatro calcetines sale de este pequeño pueblo.

Uno de cada cuatro calcetines sale de Pradoluengo

Amaya Pereda, empleada de Calcetines Mingo. @SergioGonzález

Calcetines Mingo tiene una plantilla de 25 empleados, el 90% de ellos reside en Pradoluengo y alrededores. Amaya Pereda, una de las empleadas más jóvenes, cree que “necesitamos empresas como esta que nos den la oportunidad de crear un futuro y una vida en el pueblo”. Una afirmación que apoya totalmente Ángel Martín, un ex empleado de Calcetines Mingo que acaba de jubilarse y que llevaba 47 años en el sector de los calcetines. “Debemos intentar que haya trabajo en los pueblos y crear empresas para que las zonas rurales sigan teniendo vida, si no es así, esto va a morirse”, apunta.

También Ángel manda un mensaje a emprendedores y empresarios, les invita a instalarse en Pradoluengo y aprovechar el saber hacer de las personas que allí viven. “Aquí tenemos Calcetines Mingo, una empresa con futuro, pero hay otras empresas que podrían venir y seguir dando trabajo. Esta es una zona tranquila y muchos montes para el ocio de los fines de semana. Así habrá trabajo, vida y los jóvenes no se irán a las capitales”, comenta.

Calcetines Mingo, reconocida como Pyme del Año en Burgos

Empleadas de Calcetines Mingo en la fábrica de Pradoluengo. @SergioGonzález

“Estamos muy agradecidos de que se hayan acordado de una empresa pequeña, un pueblo pequeño y un entorno difícil. Este premio afianza nuestro proyecto de futuro y nos ha dado también visibilidad, algo necesario, sobre todo porque somos un negocio pequeño y no podemos permitirnos grandes campañas como otras empresas”, explica José Manuel.

Se trata de un ejemplo más del apoyo que Banco Santander ofrece a este colectivo que conforma el 99% del tejido empresarial español y es el principal creador de empleo.

“Este premio afianza nuestro proyecto de futuro”

Así desde hace años, Santander impulsa todo tipo de medidas apostando por las pymes como sustento de nuestra economía, entre las que destacan programas específicos de financiación y asesoramiento, impulso de la digitalización, impulso a la internacionalización o reconocimientos como el Premio Pyme del Año.

Tenemos 120 años de historia, pero miramos al futuro con la ambición de seguir creciendo, dando trabajo al medio rural en el que estamos y conservando la esencia con la que nacimos: hacer las cosas bien”, concluye el director general de Calcetines Mingo.

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