Investigación

Puigdemont quiere hacerse ‘un Roldán’

Cuando entrevisté a Luis Roldán en París el 28 de abril de 1994, el ya ex director de la Guardia Civil se hallaba en una situación similar a la del ex president Carles Puigdemont: la juez Ana Ferrer, que instruía una causa por corrupción, lo había citado a declarar en su despacho para el día siguiente, por lo que Roldán conservaba en su bolsillo su pasaporte original —no necesitaba uno falso como algunos medios aseguraron después—.

Igual le sucede a Puigdemont. El ex presidente catalán está convocado en la Audiencia Nacional por la magistrado para los días 2 y 3 de noviembre —este jueves y viernes—, pero sigue disfrutando de su documentación legal. O sea, que puede viajar donde quiera. A Roldán, el Juzgado le retiró el pasaporte cuando no se presentó a la primera citación y a Puigdemont le ocurrirá lo mismo si, finalmente, opta por fugarse y colocarse al margen de la ley.

La entrevista exclusiva con Luis Roldán el 28 de abril de 1994, en la portada de ‘El Mundo’.

Durante la entrevista en la suite número 208 del hotel Marignan, a menos de 50 metros de los Campos Elíseos, Roldán aseguraba al periodista que no pensaba huir, lo mismo que ha afirmado Puigdemont pero, internamente, se preparaba para su tocata y fuga. En la entrevista publicada en El Mundo el 2 de mayo, declaraba: “Me pego un tiro o tiro de la manta”, pero en lugar de suicidarse apostó por la alternativa del prófugo durante casi un año. Hasta que decidió entregarse, a finales de febrero de 1995. Y la realidad es que Roldán nunca fue detenido, se entregó cuando quiso, tras un pacto entre el agente secreto Francisco Paesa y el entonces biministro socialista de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch.

Mientras se realizaba la entrevista, delante de un cuadro macabro de un pintor francés, emulador de El Bosco, como testigo, Francisco Paesa —el espía/hombre de las mil caras— ya tenía en mente un país nodriza que sirviera de excusa para limitar o impedir la extradición. Con la ayuda del abogado y catedrático Manuel Cobo del Rosal, se decidieron por Laos porque, tras estudiar pormenorizadamente el Código Penal del país del sureste asiático llegaron a la conclusión de que la Justicia española sólo lo podría juzgar por dos delitos, los de malversación de bienes del Estado y por corrupción o cohecho.

Operación: Limitación de delitos

Con los famosos papeles de Laos eludían los delitos de fraude fiscal, tráfico de influencia y falsificación de documento público, que eran los que más pena sumaban. Al quedar anulado, Roldán podía quedar en libertad en tres años, según sus letrados. Después no fue así y el ex director de la Guardia Civil fue condenado por toda la acusación.

Y lo mismo debe pasar por la cabeza de Puigdemont y de sus asesores jurídicos si decide hacer un Roldán. Buscara un paraíso legal, de los pocos que quedan en el mundo, para eludir la acusación de rebelión, que lleva consigo una condena de hasta 30 años de cárcel.

Muy pocos saben lo que pasa en estos momentos por la cabeza del ex presidente catalán, pero nadie duda de que hará todo lo posible por burlar la acción final de la Justicia y los años de condena.

Roldán sabía que su detención o entrega en París significaba una condena completa y Puigdemont intuye que su permanencia en Bruselas, aunque sirva para alargar el proceso judicial, también complica su horizonte penal.

Los países miembros de la Unión Europea suelen firmar los tratados internacionales en materia de extradición que asegura el principio de reciprocidad: Bélgica está obligada a trasladar a Madrid a los ciudadanos españoles como España a los belgas a Bruselas. Además, en Europa todo es más práctico y rápido porque existe la «orden de detención europea», que se aprobó para facilitar las extradiciones entre estados miembros. Es decir, para que se produzca una entrega no se necesita la apertura de un procedimiento legal.

Puigdemont lo tiene peor que Roldán

Puigdemont lo tiene peor que Roldán en 1994 porque quedan muy pocos países en el mundo con los que España no tenga firmados acuerdos bilaterales de extradición. Ya, ni Laos. Sólo pueden quedar raras excepciones como Qatar o algunos países africanos como Tanzania y Gambia.

Pero, como hizo Paesa con Roldán, asesorado por Manuel Cobo del Rosal, la solución es encontrar un país en el mundo en el que su ordenamiento jurídico no recoja los delitos de rebelión y sedición, los que contemplan la mayor pena. De esa manera se limitarían los delitos en España. Roldán, por los delitos por los que era perseguido, nunca podría haber permanecido en París porque estaban recogidos en el código penal francés.

Sin embargo, a simple vista, parece que Puigdemont lo tiene más fácil en Bélgica porque, aun siendo miembro de la UE, el delito de rebelión no figura en la lista de la «doble incriminación de exención», lo que puede alargar paradójicamente su exilio en la capital europea.

No obstante, como hizo Roldán, los abogados de Puigdemont, si finalmente decide no presentarse ante la magistrada de la Audiencia Nacional, tendrán que buscarle un refugio más cómodo en otra parte del mundo. Y las fuentes consultadas por OKDIARIO afirman que ese exilio no pasa solamente por Caracas o Pionyang. Existen lugares en África y Asia que les pueden servir para hacer un Roldán.