Investigación

El chiflado que dice que Cervantes y Santa Teresa eran catalanes es uno de los ‘cerebros’ de la ANC

Los independentistas han asumido la tarea de reescribir la historia, embelleciéndola con mitos que resaltan la grandeza de Cataluña, para seducir y sumar a un público cada vez más amplio a su proyecto de ruptura de la Constitución.

El pseudohistoriador Víctor Cucurrull, quien sostiene que Cervantes y Santa Teresa eran catalanes, ha formado parte hasta hace pocos meses de la dirección de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad que impulsa el proceso de independencia junto a Òmnium Cultural.

De hecho, Cucurull se atribuye el diseño de la manifestación de la Diada de 2014 –la llamada Vía Catalana que recorrió Barcelona formando una V–, que sirvió para impulsar el referéndum ilegal de independencia del 9-N convocado por el ex presidente de la Generalitat Artur Mas.

Cucurull también afirma que el actual proceso de independencia no nació en 2010, a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional que recortó el Estatut, como sostiene la versión oficial. El pseudohistoriador asegura que el plan se diseñó el 18 de agosto de 2005, en una reunión de 17 personas entre las que se encontraban él mismo y la actual presidenta del Parlament, Carme Forcadell.

El padre del «derecho a decidir»

Y el principal anzuelo fue el «derecho a decidir», para presentar como una reivindicación democrática lo que era simple insolidaridad: la voluntad de la región española más rica de España de dejar de contribuir con sus impuestos al desarrollo de las Comunidades menos prósperas.

Según explicó Cucurull en agosto de 2016, «nuestro proyecto es secesionista, nosotros queremos irnos de España. Pero eso es feo, cuesta de vender. En cambio, convertimos este proyecto en un proyecto de radicalidad democrática. A nosotros mismos nos chocó, pero al final de la reunión dijimos: ‘Pues sí: plataforma por el dret a decidir’”. El vídeo en el que Cucurull pronunció estas palabras se puede ver todavía en la web Dolça Catalunya.

Como miembro del Institut Nova Història, Víctor Cucurull ofrece conferencias por toda Cataluña exponiendo sus teorías delirantes. Como en el vídeo que acompaña a esta información, en el que sostiene que fueron indudablemente catalanes Santa Teresa («fue abadesa del monasterio de Pedralbes durante 41 años»), Miguel de Cervantes («El Quijote está traducido del catalán») y San Ignacio de Loyola, que «nació en Orihuela (Alicante)» y por tanto era catalán.

Cucurull también afirma que el Descubrimiento de América fue «una empresa catalana. El primer viaje de Colón partió de Pals, es decir, del Ampurdá, no de Sevilla ni de ninguno de esos lugares estrambóticos que dicen. Y el cosmógrafo de Colón, Américo Vestucio, se llamaba en realidad Despuig». Otro catalán como la copa de un pino. El cerebro de la ANC también sostiene que Cataluña es la nación más antigua del planeta: sus orígenes se remontan al siglo VII antes de Cristo.

Leonardo, Erasmo y Marco Polo, también

Pero Víctor Cucurull no es, ni de lejos, el más disparatado «investigador» que forma parte del Institut Nova Història. Sólo es el más divertido. Entre los miembros de su patronato se encuentra Pep Mayolas, quien asegura que Leonardo da Vinci era en realidad un hijo del rey Alfons II de Nápoles (perteneciente a la Casa de los “reyes catalanes” de Aragón), emparentado con César y Lucrecia Borgia. Mayolas también ha «descubierto» que el filósofo y humanista Erasmo de Rótterdam no nació en los Países Bajos, sino que era en realidad el segundo hijo del catalán Critòfol Colom, descubridor de América.

Otro miembro del patronato del Institut Nova Història es Jordi Bilbeny, cuyo prestigio como historiador es tan elevado que se gana la vida dando clases de catalán en la cárcel de mujeres de Barcelona. Bilbeny ha dedicado su atención a Marco Polo. Según argumenta, no existe ningún registro que demuestre que Marco Polo nació en Venecia. En consecuencia, muy probablemente era catalán.

Y otra joya del Instituto Nova Historia es el «historiador» Lluís Batlle, quien ha averiguado que los  autores anónimos de El Cid, La Celestina y El Lazarillo de Tormes también eran catalanes: se vieron obligados a ocultar su identidad debido a la opresión del Reino de Castilla. Una lectura atenta de estos clásicos del Siglo de Oro español, señala Batlle, demuestra que se trata de torpes traducciones del catalán, la lengua en la que fueron escritos originariamente.

El independentismo ha fabricado y difundido este tipo de mentiras, en un intento de legitimar sus pretensiones de construir una «nación catalana» que nunca ha existido como Estado independiente, salvo en la imaginación de artistas como Víctor Cucurull y Jordi Bilbeny.