Internacional

Los unionistas admiten que «no hay perspectivas» de acuerdo con el Sinn Féin para un Gobierno del Ulster

La líder del Partido Unionista Democrático (DUP), Arlene Foster, ha aplacado el optimismo que había cundido en los últimos días al asegurar que «no hay perspectivas» para concretar a corto plazo un nuevo acuerdo de Gobierno con el Sinn Féin tras más de un año de crisis política.

Tras «casi cuatro semanas» de «intensas negociaciones», Foster, que aspira a repetir como ministra principal, ha confirmado que las conversaciones no han llegado a buen término. «Hemos intentado encontrar una base estable y sostenible para restaurar la administración», ha explicado ante los medios.

Ante la falta de avances, Foster ha emplazado al Gobierno central de Reino Unido, liderado por Theresa May, a elaborar un nuevo presupuesto y a empezar a tomar decisiones políticas que permitan a Irlanda del Norte salir del «limbo» en el que se encuentra desde marzo de 2017, según medios locales.

Foster ha confirmado que aún existen diferencias «significativas» con el Sinn Féin, especialmente en lo que se refiere a la ampliación de derechos para el gaélico. «La insistencia del Sinn Féin para que haya una Ley sobre el Idioma Irlandés significa que hemos llegado a un punto muerto», ha añadido.

Sin embargo, la líder del partido republicano, Michelle O’Neill, ha culpado a los unionistas de haber «hecho fracasar el proceso», ya que considera que el Sinn Féin ha trabajado en todo momento de «buena fe». La formación, ha añadido, «ha trabajado durante estos 13 meses para recuperar las instituciones sobre una base de respeto, integridad e igualdad para todos los sectores de la sociedad».

O’Neill ha asegurado en un comunicado que el Sinn Féin había llegado a «alcanzar un acuerdo con los líderes del DUP», pero el partido de Foster «ha fallado a la hora de cerrarlo». La dirigente ha avanzado que su partido hará pública este jueves la «posición» para el futuro.

Londres asumiría el control del Ulster

El fracaso en la formación de Gobierno obligaría a Londres a asumir el control directo de Irlanda del Norte por primera vez en una década y desestabilizaría más todavía el frágil equilibrio establecido entre nacionalistas y unionistas tras los Acuerdos de Viernes Santo de 1998, que pusieron fin a tres décadas de violencia política.

La primera ministra británica, Theresa May, y su homólogo irlandés, Leo Varadkar, viajaron a principios de semana a Belfast para reunirse con las partes y negociar sobre el terreno lo que ya parecía un acuerdo inminente, especialmente después de que el viernes el Sinn Féin reconociese «progresos» en las negociaciones con el DUP.

La crisis llega en un momento de debilidad de May y de cierta fuerza del DUP, principal apoyo de la conservadora en Westminster para formar Gobierno tras su fracaso electoral el pasado 8 de junio. En pleno proceso del Brexit, en el que uno de los principales escollos es el de la recuperación o no de la frontera física entre las dos Irlandas, el unionista DUP puede abrir una nueva crisis que mine la estabilidad del Ejecutivo británico.