La paz llega al sur de Yemen con el acuerdo entre el Gobierno central y los separatistas
El palacio presidencial de Arabia Saudí ha sido escogido como el escenario de la firma del acuerdo que pone fin al enfrentamiento abierto entre el Gobierno Central de Yemen, encabezado por el presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi -en el exilio desde el año 2014-, y el Consejo Transicional Sureño (STC, por sus siglas en inglés), liderado por Aidarous al-Zubaidi.
El pacto llega tras casi cuatro meses de conflicto, en los que, incluso, los intereses de tanto de Arabia Saudí como Emiratos Árabes Unidos (EAU) se vieron peligrosamente comprometidos, pues sus fuerzas combatían entre sí al defender cada uno a una facción distinta: mientras el primero siempre ha mostrado su apoyo al Ejecutivo central, liderando la denominada Coalición Árabe; el segundo siempre ha sido partidario del STC, pues ha entrenado a su brazo militar, el Cinturón de Seguridad, lo que se vuelve más enrevesado al tener en consideración que las tropas emiratíes también integran las filas de la Coalición. Por ello, ante un eventual deterioro de las relaciones con su socio tradicional y fraternal en la región, el Reino entendió la necesidad imperante de buscar un entendimiento entre el Gobierno de Al-Hadi y la entidad secesionista, organizando para ello diversas rondas de diálogo en la ciudad saudí de Jeddah, en las que, no obstante, no se consiguieron avances concretos.
Fue en este punto de bloqueo cuando Emiratos decidió dar un golpe sobre la mesa en aras de la paz. El día 8 de octubre, se filtraba que “un gran convoy de vehículos militares y tres autobuses que transportaban alrededor de 200 soldados”, todos ellos emiratíes, habían abandonado Aden. Las autoridades de Abu Dhabi habían dado la orden de ir retirando progresivamente a sus efectivos, lo que fue entendido como “una forma de allanar el camino para un acuerdo que pusiese fin a la lucha de poder”. Tres semanas más tarde, el 31 de octubre, la decisión se hizo pública de forma oficial. El Comando General de las Fuerzas Armadas de EAU anunció la retirada de sus tropas de la Gobernación de Aden, pues habían contemplado, con éxito “la liberación y la estabilización” de la zona.
Entre las dos fechas, se había alcanzado el acuerdo. La nueva hoja de ruta postula, fundamentalmente, la vuelta de Al-Hadi a la ciudad de Aden, lo que significaría que Yemen volvería a tener a su presidente en su territorio. Además de la ya producida salida de tropas emiratíes, también se ha pactado la retirada de los efectivos sobre el terreno del STC -incluyendo el Cinturón de Seguridad- y el posterior traspaso de poder a la Coalición Árabe, que se encargará, por un lado, de la protección de los líderes separatistas y, por otro lado, de la supervisión de la implementación del acuerdo a través de la creación de un comité de seguimiento. Además, se permitirá que una unidad de la guardia presidencial vuelva a Aden para garantizar la seguridad del mandatario del país, así como de los edificios gubernamentales. Según una copia del documento obtenida por Associated Press, el STC también disolverá sus milicias, que se integrarán en el Ejército de Yemen en un plazo de tres meses.
A cambio, el mayor logro que el órgano secesionista ha obtenido a cambio es que podrán participar en las conversaciones auspiciadas por la Organización para las Naciones Unidas (ONU) entre el Gobierno central y los rebeldes hutíes, que controlan la práctica totalidad del noroeste del país, donde está enmarcada la antigua capital, Saná.
Otro de los puntos contemplados en el acuerdo es el reparto de poder. Según informó la semana pasada la televisión saudí Al-Ekhbariya, se formará, en un plazo máximo de un mes, un nuevo gobierno con 24 carteras ministeriales, que se distribuirán a partes iguales entre las dos facciones. Sin embargo, según ha conocido Reuters, Al-Hadi mantendrá los Ministerios de Interior y Defensa.
El acuerdo, que ya se alcanzó el pasado 25 de octubre, ha sido ratificado por Nasser al-Khabji, miembro del STC y exgobernador de Aden -primero, sede del Ejecutivo tras haber sido expulsado de Saná por los hutíes; y, después, capital de los separatistas, desde que estos la reconquistaran a finales del mes de agosto-; y por el viceprimer ministro, Salem al-Khanbashi. En la ceremonia también ha estado presente por el gran artífice del entendimiento, el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, quien ha dirigido todos los esfuerzos diplomáticos para acercar las dos posturas que, en un principio, estaban totalmente enfrentadas y en un escenario de guerra total. Al evento que tratará de marcar un punto de inflexión en la historia de Yemen también han asistido el propio presidente del país, Al-Hadi, y el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed.
Una vez se aplique el documento de forma efectiva sobre el terreno, el próximo paso será acabar de forma conjunta con las milicias hutíes, que tradicionalmente han sido vinculadas a Irán. Las probabilidades de éxito en esta contienda podrían ser mayores, puesto que se reunificarían tres fuerzas en una sola -la Coalición Árabe, el Gobierno de al-Hadi y el STC-, que, además, siempre han perseguido un objetivo común a pesar de las diferencias y el conflicto abierto entre los dos últimos: la erradicación de la presencia hutí en Yemen, preferiblemente por medio de la opción del diálogo, que ha potenciado siempre Naciones Unidas.
Cabe destacar, en este punto, que la presión internacional para poner fin a esta guerra -que ha derivado en la mayor catástrofe humanitaria del mundo, con 24 millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria urgente- se ha vuelto cada vez más acuciante. Desde la ONU exhortan a los hutíes a que se ciñan al Acuerdo de Estocolmo logrado en diciembre de 2018, que instauró un alto el fuego entre el Gobierno de Yemen y los milicianos, el cual, sin embargo, no se ha cumplido. Además, el pacto firmado en Suecia postulaba la retirada de los rebeldes de puntos estratégicos como la ciudad portuaria de Al-Hudeida -principal puerta de entrada tanto de las importaciones como de la ayuda humanitaria-, lo que tampoco se ha producido. A la presión de Naciones Unidas se ha sumado recientemente el Parlamento de la Liga Árabe, que ha pedido a los hutíes la total implementación del Acuerdo de Estocolmo. “La paz en Yemen solo se puede lograr a través de un proceso político, a través del diálogo nacional y a través de la implementación de la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU”, aseguran desde la Cámara. El documento del Consejo, acordado en 2015, exige que los hutíes se retiren de todas las áreas incautadas durante el último conflicto, renuncien a las armas incautadas de las instituciones militares y de seguridad, y cesen todas las acciones que son responsabilidad exclusiva del Gobierno legítimo de Yemen.
Arabia Saudí, el gran ganador
Con la firma del acuerdo entre el Ejecutivo y el STC en el palacio presidencial de Riad, Arabia Saudí ha mostrado una imagen al mundo que le beneficia plenamente. Se erige como el gran artífice, representado en el príncipe heredero Mohamed bin Salman, de un acuerdo que puede revertir la situación trágica que vive Yemen siendo la mayor crisis humanitaria de todo el planeta. Además de favorecer su reputación en la esfera internacional, Arabia Saudí ha conseguido mejorar su posicionamiento en la región. Como se ha explicado anteriormente, serán las tropas de la Coalición Árabe, que el Reino lidera, las que tomen el control del sur de Yemen, lo que le permitirá desarrollar un contingente militar mucho más notable en la zona. Según Associated Press, esto ya se estaba produciendo en las últimas semanas: “Desplegó tropas adicionales, vehículos blindados, tanques y otros equipos militares”, informaron desde la agencia.
Esto, a su vez, podrá ser utilizado por Arabia Saudí para contrarrestar de forma más efectiva la presencia hutí, que mantiene supuestos vínculos con Irán -que es, a su vez, su máximo enemigo en los últimos tiempos, sobre todo, tras los ataques contra la petrolera estatal Saudi Aramco del mes de septiembre-.
Además, si el acuerdo firmado consigue devolver la estabilidad a Yemen -recordando que cada vez la presión internacional es más incisiva-, el Reino podrá expandir su órbita de poder regional, restándole a Irán una porción de su esfera de influencia.
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