Carlos III vuelve a perder los nervios en público en su quinto día de reinado al mancharse con una pluma
El incómodo momento de la pluma y otras anécdotas de la proclamación de Carlos III
Del rostro de Camilla a la seriedad de Guillermo: los detalles de la proclamación de Carlos III
Cinco días lleva Carlos III reinando oficialmente en Reino Unido y la famosa flema británica ha brillado por su ausencia en su comportamiento. Porque al desprecio en su trato a subordinados el día de la firma de su proclamación hoy se suma que el nuevo monarca británico ha vuelto peder los nervios en público al mancharse los dedos con una pluma en otra firma: «¡No puedo soportar esta maldita cosa!», ha dicho molesto y con aire de cabreo al acabar manchado de tinta. Y molesto también por tener que firmar tantos documentos estos días. Incluso, podría interpretarse que se enfada con los encargados del protocolo: «No puedo soportar lo que hacen todo el maldito tiempo», se le puede escuchar.
«I can’t bear this bloody thing!»: King Charles’ signing ceremony at Northern Ireland’s Hillsborough Castle made one thing clear – even royalty can’t escape the frustration of an inadequate pen. pic.twitter.com/nzygNTLslX
— CBS News (@CBSNews) September 13, 2022
Después, mientras se limpia,Camila recibe de él la pluma para que también firme: «Oh Dios, odio esto», confiesa Carlos III. Al coger el bolígrafo, Camila se da cuenta de que está perdiendo tinta, mientras Carlos III saca un pañuelo para limpiarse la mano. «¡No puedo soportar esta maldita cosa!», dice visiblemente enfadado y abandona la sala, sin esperar a su esposa, diciendo frustrado: «Es asqueroso todo el tiempo». En ese momento, un ujier se presenta y cambia la pluma de Camila.
No es la primera vez en estos cinco días que se pone nervioso en público. Durante su proclamación y tras dar el discurso reglamentario, Carlos III protagonizó uno de los momentos más icónicos del día que dio la vuelta al mundo entero. Al proceder a la firma de documentos, el nuevo Rey sentado en la silla, mojó la pluma en la tinta y, apartando el tintero, firmó la primera de las hojas. Sin embargo, al firmar el segundo documento, se dio cuenta de que las plumas estaban siendo un estorbo y miró a uno de sus asistentes para que las retirara. Lo hizo mientras se mordía los dientes, en lo que se interpretó como un mal gesto con sus sirvientes.
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